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El Espejo Nro 194

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martes, 23 de noviembre de 2010

“Acertar con los aliados, poner proa al Socialismo del siglo XXI”. Por Héctor Tepper.

Hay que hacer un esfuerzo para analizar con la máxima objetividad posible el escenario político y social que significó la muerte de Néstor Kirchner. Más allá de cual sea la idea que cada uno tenga sobre Kirchner y el kirchnerismo, hay que conectarse con el movimiento real, despojándonos de toda clase de preconceptos y disponerse a una tarea especial, hurgando, investigando, tratando de aprender y aprehender, de captar la esencia de la conmoción que significó ese acontecimiento.

La primera afirmación objetiva que hay que hacer es reconocer que existió una masividad en todo el país movilizada para expresar su afecto, su congoja y su reconocimiento político a Néstor Kirchner. Y simultáneamente su apoyo a Cristina Kirchner. La segunda afirmación es que 8 Presidentes de América Latina y el Vicepresidente de Cuba viajaron para estar en el velatorio, entre ellos Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez, quién, además, se quedó a dormir en Río Gallegos para poder estar presente en el entierro de Néstor Kirchner. Y no lo hizo sólo por una cuestión protocolar, ni sólo para expresar su afecto. Fue también una clara demostración de reconocimiento político.
Y entonces ¿qué es el kirchnerismo? Es un proyecto político y económico que viene gobernando la Argentina desde hace 7 años. No es un gobierno revolucionario ni se propone la transformación económica y social de nuestro país desde una concepción anticapitalista y antiimperialista. Nada de eso. Es un proyecto burgués y capitalista, pero absolutamente contradictorio. El kirchnerismo tiene, entre otros, dos logros indiscutibles: la política de derechos humanos, que abolió las leyes de obediencia debida y punto final y permitió el desarrollo de los juicios a todos los genocidas, y haberse sumado al torrente latinoamericano, tomando una distancia relativa de EE.UU. Tal como lo afirmó el mismo Hugo Chávez, Néstor Kirchner tuvo un rol destacado en terminar con las aspiraciones del Alca en Mar del Plata en 2005. Y junto con estas dos características absolutamente progresistas, generó otras medidas positivas que indican que fue el menos malo de los gobiernos de las últimas décadas. Es cierto que negocia con las multinacionales y con sectores del imperialismo, y que también es un gobierno corrupto. Pero esa es la esencia de un gobierno burgués: hacer negocios para su clase y para sí, como lo hicieron todos los gobiernos burgueses anteriores y como lo hace la burguesía aquí y en todas partes del mundo. Esto es el kirchnerismo: un proyecto burgués y contradictorio. No es una farsa, ni tampoco es la continuación del menemismo: insistimos, es un proyecto contradictorio. Ha perdido a su jefe, pero está plenamente vigente. Y nadie puede negar que ha conseguido el apoyo de un sector importante de la sociedad, convirtiéndose en la fuerza política más importante del país. Y como otro dato que surge de analizar las sensaciones y los sentimientos de trabajadores, jóvenes e intelectuales que apoyan ese proyecto, es que aparece liderando algunas batallas contra la derecha liberal, ante la falta de coherencia y consecuencia de otros sectores de la vida política argentina. Y la oposición de derecha que aparece frente al kirchnerismo: la UCR, el peronismo disidente, el PRO, la Coalición Cívica no son otra cosa que la alternativa que presentan los sectores de la burguesía aliados al imperialismo. O sea, son peores. Este es el cuadro de situación que hay que comprender y analizar profundamente, a riesgo de cometer un grave error parándose en un lugar equivocado y a contramano. Cuestionar al gobierno kirchnerista porque hace negocios con la minería, el petróleo, las agroexportadoras y otras multinacionales es una crítica correcta, pero es lo que han hecho todos los gobiernos anteriores y lo que harán, por ahora, los que vendrán. Se trata de un gobierno burgués, y como ya dijimos más arriba, está en su esencia hacer negocios. No es ese el carácter distintivo de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Eso es lo que tiene de igual. Lo que tiene de distinto es, justamente, su política de derechos humanos y la relativa independencia de Estados Unidos. Como así también, que entra en roces y choques con los sectores tradicionales de la burguesía. Que tiene grandes limitaciones nadie lo pone en duda. Su alianza con el sindicalismo empresarial y la inexistencia de una política de verdadera redistribución del ingreso, significan obstáculos insalvables que mantendrán el estado de conflictividad social. Pero ha conseguido apropiarse de las banderas del progresismo y así aparece ante amplios sectores de la sociedad. La ausencia de un punto de referencia, la confusión y el desvío de otras alternativas que habían aparecido en el escenario político, ha dejado un lugar vacío que el kirchnerismo ha ocupado, recuperando posiciones desde junio de 2009. Será tarea de muchos, tener la capacidad y la convicción suficientes para reagrupar a grupos, movimientos sociales y militantes que hoy están a la deriva y dispersos, para construir una herramienta política que se proponga la transformación económica, política, social y cultural de la Argentina, comprendiendo en forma correcta el momento político que vivimos, eligiendo con acierto a los aliados y poniendo proa hacia el Socialismo del siglo XXI.

Héctor Tepper
Participación Urbana en Proyecto Sur

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