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martes, 23 de noviembre de 2010

“Construyamos ciudades y territorios democráticos, sin expulsores ni expulsados”. Por Néstor Jeizfetz

Construcción. Luego de nuestros primeros quince años de vida, luego de haber luchado y aprendido en el marco de ocupaciones de edificios en la Ciudad de Buenos Aires, que la lucha popular por conquistar el derecho a la ciudad, o es un proceso de construcción colectiva o no es. Luego de haber entendido que las propuestas transformadoras de nuestro pueblo se deben constituir como producto histórico de los caminos transitados por la humanidad; conocer y apropiarnos críticamente de la historia y, a partir de ella, construir futuros. Por otra parte, sólo estos caminos pueden ser base cierta y fundamento propositivo de nuevos marcos jurídicos y de nuevas institucionalidades.

Luego de esos quince años, comenzamos a esbozar nuestros primeros pasos fuera de la jurisdicción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el status jurídico asumido a partir de la sanción de la Constitución de 1996, uno de los marcos orgánicos legislativos más avanzados del país.
Al iniciar el proceso de nacionalización; al socializar esta apertura al interior de nuestra Organización para su comprensión y apropiación colectiva, evaluábamos un por qué en dos dimensiones. La primera, un por qué para crecer y ser más fuertes. Y la segunda, asumir la obligación que tenemos las organizaciones populares de socializar con nuestros compañeros y compañeras, cercanos o lejanos, nuestras prácticas y reflexiones, ese par dialéctico inescindible que debe constituirse en capital organizacional esencial de nuestro pueblo.
Desde allí comenzamos a fines de 2006 a transitar esa decisión bidimensional, que comenzó a materializarse durante el 2007 en la provincia de Buenos Aires; un instrumento institucional estatal -el fideicomiso Fuerza Solidaria, instrumento de la denominada economía social-. Este proceso posibilitó vincular necesidades con factibilidades, y abrió puertas para que sectores de algún nivel de ingresos accedieran al suelo, elemento estratégico de cualquier política de hábitat popular.
Experiencias casi secuenciales en San Antonio de Padua, San Martín y La Plata, se conformaron en mojones iniciales de este proceso, alimentados mediante encuentros con colectivos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Litoral en la ciudad de Santa Fe. El encuentro inicial fue con la Fábrica Sin Patrones de Neuquén, (Fasinpat), con la experiencia similar de La Búsqueda, herramienta comunicacional y educativa que trabaja en los barrios empobrecidos de la ciudad litoraleña e incluso en los ámbitos de destrucción carcelaria de Coronda. Con ellos se realizó el Seminario del que participó el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI), en el cual se dio visibilidad a la autogestión: construcción de poder popular, direccionando procesos organizativos, de luchas, gestiones y propuestas hacia la centralidad del manejo directo por parte de las organizaciones populares de hábitat, de producción, educativa culturales, de salud o comunicacionales, que son los recursos de nuestro pueblo. Esa direccionalidad será plena cuando nuestras organizaciones unificadas en su herramienta política integradora -el Movimiento Político, Social y Cultural de Liberación- manejen desde la construcción de nuevas relaciones sociales de producción, (relaciones sin explotados ni explotadores), la estructura del Estado, sus recursos materiales, financieros y humanos.
Este proceso de cooperativas autogestionarias continúa su camino en localidades y provincias de la Patagonia Norte -San Martín de los Andes en Neuquén; Bariloche y El Bolsón en Río Negro- así como en el extremo sur de nuestro país, extremo de la Patagonia Sur: Ushuaia y Río Grande en la provincia de Tierra del Fuego.
Otra dimensión vinculada al Derecho a la Ciudad y al Derecho a la Vivienda, es la Noción de Integralidad.
La centralidad tuvo en una primera etapa la bandera histórica del Movimiento Villero: la Radicación. En la siguiente, la lucha por la generación de marcos normativos autogestionarios se tradujo primero, en la incorporación del impulso a los procesos autogestionarios en el artículo 31 de la Constitución del año 1996. Y luego, la Mesa Interactoral Estado – Organizaciones, que funcionara en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires durante el año 1999, generó como producto las leyes 341/2000 y su modificatoria 964/2003. Esas centralidades se enriquecieron con la incorporación en nuestros procesos de la Noción de Integralidad.
Techo y radicación son esenciales. Junto a la lucha por el derecho a la ciudad y a la vivienda, sostenemos el derecho al trabajo mediante nuestra Cooperativa Casa Base inserta en nuestro modelo Unidad Social de Producción Autogestionaria (USPA); el derecho a la educación a través del desarrollo de nuestro Centro Educativo Integral Autogestionario (CEIA), integrado por sus áreas de capacitación y formación; por nuestro Jardín “Construimos Jugando”; por nuestro bachillerato popular Miguelito Pepe, por nuestras bibliotecas y talleres; el derecho a la salud, mediante nuestro espacio de atención primaria y nuestro Programa de Inserción Comunitaria (PIC), originalmente Programa de Externación de los hospitales neuropsiquiátricos estructurado desde una concepción antimanicomial.
Frente a las lógicas de atomización propias del modelo y la cultura capitalista, reivindicamos la construcción de unicidades e integralidades; la construcción de humanidad.

Desde Buenos Aires, Néstor Jeifetz
(MOI – CTA – SELVIP)

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