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jueves, 16 de septiembre de 2010

34º aniversario de La noche de los lápices: La libertad no se prohíbe


Era 1968 y en Francia decían que debajo de los adoquines estaba la playa y sólo quien hubiera estado en el levantamiento de esas calles comprendía de qué playa se hablaba. O quien estuviera preparado para la metáfora de las rebeliones populares, de la poesía de las luchas. Era mayo en París y los estudiantes tomaban la pluma para escribir la historia. Era primavera y se desplegaban ejemplos de lo que De Certeau llamó tácticas: “un cálculo que no puede contar con un lugar propio, ni por tanto con una frontera que distinga al otro como una totalidad visible. La táctica no tiene más lugar que el del otro”. Es la oportunidad astuta, el gran salto de la manada, esos que ocurren una vez y son enormes.

Era 1976 y en Argentina ser libre estaba prohibido. Era 16 de septiembre y los estudiantes salían a las calles para luchar por derechos tales como un boleto estudiantil, desafiando el estado de sitio impartido por los genocidas. Fueron secuestrados, llevados a uno de los cientos de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio del país, y desaparecidos. Eso se conmemora como “La Noche de los Lápices”, entronándose en cientos de metáforas para nombrar el dolor.
El golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 implantó un modelo político, económico, social y cultural de exclusión de las mayorías, a través de un plan sistemático de exterminio: el terrorismo de Estado. Era un sistema de miedo, horror, torturas, desapariciones, censura, listas negras: estaba prohibida la libertad.
En todo este tiempo el pueblo dio su condena: nunca más genocidio en la Argentina. Pero mientras más de 100 represores están siendo juzgados en todo el país y ante el 34º aniversario de La Noche de los Lápices, la memoria popular sufrió un golpe fuerte: el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo jefe es Mauricio Macri, implementó listas negras de estudiantes. Nuevamente la criminalización de la protesta fue la respuesta a los reclamos, esta vez por becas, viandas y escuelas en condiciones de ser habitadas. Desde su ministerio de Educación emitió un Memorándum que retomaba un método de la dictadura: listas de estudiantes para ser entregadas a la policía. Meses atrás, el mismo ministerio había hecho escuchas ilegales. El paso de Abel Posse, funcionario de la dictadura, como ministro fue parte de la línea de acciones que demuestran que no se trata de hechos aislados ni de “errores”, sino de decisiones políticas represivas y autoritarias.
Es 2010 y los estudiantes volvieron a salir a las calles, tomar las escuelas, ser los actores sociales con discursos contundentes que subjetivizan la defensa de los Derechos Humanos. Y esta lucha hay que sostenerla juntos, para exigir educación pública para todos en todo el país, porque si en la Ciudad de Buenos Aires el problema es el techo, en Chaco es el hambre, y estos no son eufemismos: son realidades.
La noche de los lápices está anclada en la memoria colectiva. Por eso salimos a decir no a las listas negras, porque no vamos a permitir la persecución política, porque si tocan a uno nos tocan a todos. Los hechos de ahora están totalmente atravesados por el recuerdo de aquel 16 de septiembre. Y hoy los estudiantes de colegios secundarios están enseñando de qué se trata la solidaridad: están reconstruyendo los lazos sociales, esos mismos que rompió la dictadura con el miedo, con el “no te metás”. Esos mismos lazos que las listas negras del Gobierno de la Ciudad quieren seguir rompiendo.
La justicia de la Ciudad declaró inconstitucional la medida de las listas, pero el ministerio apeló. La decisión es clara: criminalizar la protesta en lugar de resolver los conflictos. Pero nuestra decisión también lo es: seguimos escribiendo esta historia saliendo a las calles a defender ese lugar legítimo de las protestas populares.

H.I.J.O.S.
Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Regional Capital

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