Solo, cortado de toda conducción política partidaria, da sus primeros pasos un movimiento estudiantil potencialmente poderoso. Comenzó en Buenos Aires, con reivindicaciones elementales. Y se proyecta a todo el país, todavía sin demandas comunes. Su distancia de las direcciones partidarias tradicionales de todo signo es su gran fortaleza. Y su riesgo mayor: tendrá que reemplazar la ausencia de una genuina conducción estratégica con creatividad y audacia. Sin límites de cinismo e hipocresía, el oficialismo trata de presentarse como aliado de los estudiantes. Como de costumbre, el infantoizquierdismo trata de expropiar desde arriba lo que no sabe interpretar ni conducir desde abajo. Entre éste y aquél, predomina el temor a la dinámica de la toma de escuelas y facultades. Es decir, el temor a la lucha estudiantil y su potencial convergencia con decenas de luchas obreras que, también sin horizonte político, brotan en todo el país. Lejos de todo eso, se trata de colaborar con esta juventud posible para que se convierta en factor de recomposición de fuerzas y alimento de una estrategia de masas para la revolución.
Periódico de jóvenes y trabajadores, antimperialista y anticapitalista
El Espejo Nro 194
Última edición del 2010
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jueves, 16 de septiembre de 2010
Necesidad de teoría y política para convergir con luchas obreras y la revolución latinoamericana
Estudiantes: puntal para la recomposición
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