Editorial: Búsqueda

En la sede de El Espejo en Buenos Aires, tuvo lugar el 8 de mayo una reunión nacional cuya significación va más allá incluso de los objetivos planteados por sus promotores. Con participación de delegados de una pluralidad de organizaciones políticas y sociales provenientes de siete provincias, se llevó a cabo un debate dictado por la voluntad de buscar y encontrar respuestas al recrudecimiento de la crisis capitalista mundial y el empantanamiento político argentino.

El punto de partida fue un informe que resumió causas y formas de la reaparición de la crisis económica internacional, buceó en los efectos que el reacomodamiento planetario de las clases dominantes produjo en los alineamientos en América Latina y planteó en términos generales el impacto que todo eso está produciendo y producirá a corto y mediano plazo en la economía y la política nacional. La exposición mostró la continuidad esencial del colapso financiero de 2008 con el torbellino que azota a la Unión Europea, pone en situación de derrumbe económico y político a por lo menos seis países del viejo continente (Grecia, España, Italia, Portugal, Irlanda e Islandia), amenaza con hacer desaparecer al Euro y proyecta un nuevo impacto recesivo agravando la dinámica que transforme la recesión de las economías imperialistas en depresión mundial. Y subrayó la certeza de que las medidas que los centros del capital seguramente implementarían para evitar el colapso inmediato podrían probablemente el derrumbe inmediato en cadena, pero en tal caso sólo pospondrían el desenlace, dictado inexorablemente por la crisis estructura del capitalismo, irreversible sin una de las dos únicas respuestas que ésta plantea: destrucción masiva de mercancías y seres humanos para reiniciar el ciclo económico capitalista, o revolución socialista. En ese mismo momento debatían los ministros de Economía y Hacienda de la UE el plan que anunciaron el día siguiente: 750 mil millones de euros (alrededor de un billón de dólares: 1.000.000.000.000) para socorrer a los países mencionados, todos al borde de la cesación de pagos, hecho que acarrearía la quiebra en cadena (además de las principales instituciones financieras de esos países) de la banca alemana y francesa, con impacto devastador sobre el conjunto de la economía mundial. Un prolongado, muy consistente y respetuoso debate posterior -resultante de la seriedad con la que todos/as los presentes asumieron el significado de semejante situación- dio lugar precisamente a lo que la convocatoria procuraba: profundización y precisión de las caracterizaciones generales y los rasgos particulares de la crisis a escala mundial y su expresión en América Latina y en Argentina. Fue repetidamente señalado el hecho de que en nuestro país se observaba una situación de detención de la dinámica convergente a que dieran lugar los resultados de las elecciones de 2009 y en muchos casos recaída en la fragmentación. Fue enfáticamente común la opinión de que es preciso evitar todo aquello que alimente ese retroceso. Bastaría comparar las intervenciones de trabajadores y estudiantes que allí expusieron sus ideas con los discursos cotidianos de la dirigencia política argentina establecida, para concluir sin vacilación dónde está la capacidad de comprender y actuar. Es decir, dónde reside el futuro. Con naturalidad, sin omitir ni desdibujar los orígenes diferentes de quienes exponían sus posiciones, fue afirmándose una interpretación de la coyuntura mundial, regional y nacional, sobre cuya base quedó inequívocamente delineada una estrategia y los fundamentos programáticos para luchar por ella. El hecho es que con criterio convergente los y las participantes resolvieron extender y aceitar el mecanismo de producción y distribución de El Espejo, para hacerlo cada día con mayor eficiencia el portavoz no sólo de las luchas en todos los ámbitos de nuestra sociedad, sino también de la búsqueda política de respuestas efectivas. Como plan de trabajo general, además, quedó planteada la necesidad de difundir los temas debatidos, promover encuentros regionales en los próximos meses y preparar un gran encuentro nacional hacia octubre o noviembre próximos, con el mismo criterio de democrática participación plural, con la misma voluntad de construir una herramienta política de masas que aúne la voluntad de millones de personas y cientos de agrupamientos empeñadas en dar una respuesta positiva a la crisis.