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viernes, 21 de mayo de 2010

Santiago del Estero: Carbón y explotación a campesinos


Opresión: en Santiago del Estero el carbón produce negocios y pérdidas ecológicas. Los campesinos reciben un pago mínimo por sus labores relacionadas con esta actividad.


El corazón del gran Chaco Sudamericano está compuesto de múltiples especies que por siglos han dado alimento y abrigo a quienes conviven en el monte. Entre los árboles encontramos quebrachos, algarrobos, vinales, churquis y mistoles, especies escogidas por los campesinos para producir carbón, un sacrificado trabajo de recolección, armado de los hornos, vigilia diaria por 10 días, tiempo en que se van quemando lentamente los trozos de leña. A partir de ahí se apaga el fuego y comienzan el trabajo de embazado, luego un intermediario les compra para después distribuirlo en supermercados y carnicerías de todo el país, además se utiliza para mover enormes maquinas de la minería y para producir electricidad. Un gran negocio, pero la abundancia que la madre tierra proporciona a sus hijos, es aprovechada sólo por algunos que a base de engaños y presiones acumulan riquezas a costa del esfuerzo de hermanos campesinos que habitan este suelo. Desde Santiago del Estero Capital salen camiones rumbo a las comunidades a recolectar el fruto del trabajo de los campesinos, de parajes tan lejanos como Las Botijas, San Serafín, Villanueva en el Departamento Pellegrini, Las Parvas, Buen Lugar, Tako Pozo en Alberdi, para hacerse de un jugoso negocio que genera utilidades enormes para pocas manos. Quienes trabajan día a día sorteando las picaduras de serpientes o el ataque de algún animal salvaje, en el mejor de los casos, reciben sólo 250 pesos por mil kilos de carbón listo para ser transportado.

Para entibiar otros pagos

Apenas aclara el día, Beto Santillán, de Las Parvas, sale a recorrer el monte con su hacha y algunos perros que le conducen los pasos, elige los árboles y ramas quebradas para arrumarlo y volverlo a buscar más tarde con la zorra y el burro para llevar la carga, una tarea que le demanda tres días antes de prender el fuego que lentamente ira convirtiendo los trozos en carbón. Beto tiene sólo 20 años y de vez en cuando viaja a Buenos Aires por algún trabajo temporal. Cuando regresa a su casa, su principal fuente de ingreso en épocas de invierno es “hacer carbón”. Más lejos aún, en Las Botijas, viven Antonio Díaz y Ramona Romero. Ambos pasaron los 70 años. Antonio tiene un horno que le produce 2500 kilos de carbón. El Espejo los visitó en su domicilio y encontró al tío Toño (como le dicen en la comunidad) con su horno de ladrillos ardiendo y la barba blanca manchada por la resina. El tío Toño tiene claro que no están siendo justos con el pago de su producto y señala “antes teníamos una cooperativa para vender nuestros productos en Las Botijas, aunque tuvimos problemas; seria bueno que volviéramos a trabajar con ella” dice. Una tonelada de carbón entra a $637,90 a un centro de distribución directa al público, en bolsas de papel o plástico de 3 kilos. El 60,8% de las ganancias se los embolsa el intermediario ($387,90) y sólo un 39,19% de las utilidades ($250) se paga al campesino que realiza el 90% del trabajo en esta cadena de producción por cada tonelada transportada sobre una distancia de 500 kilómetros. Si $387,90 es la ganancia por tonelada, es fácil imaginar cuánto se obtiene por camionada. Sin embargo, el ejemplo de los $250 pagados por los intermediarios en la comunidad es tomado como un promedio en alza. Los lugareños fabricantes de carbón señalan que, en muchos casos sólo consideran un precio de 210 pesos por los 1000 kilos, o se paga en mercadería donde el intermediario es quien señala el precio a pagar. Darío Arias de Villanueva (Pellegrini) dijo a El Espejo “casi siempre tengo que vender el carbón a cambio de mercadería y el precio lo ponen ellos mismos”. En esta cadena de injusticia, a la hora de repartir los frutos de la riqueza de la nación, los ciudadanos que llenan sus manos de callos haciendo patria y defendiendo los recursos naturales en el interior de Santiago del Estero, son quienes se llevan la peor parte.


Desde Santiago del Estero, Pedro Herrera

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