Periódico de jóvenes y trabajadores, antimperialista y anticapitalista

El Espejo Nro 194

Última edición del 2010

Para debatir y opinar

Grupos de Google
Suscribirte a El Espejo de Argentina y el mundo
Correo electrónico:
Consultar este grupo

viernes, 21 de mayo de 2010

El conflicto por Botnia: Pseudonacionalismo o Patria Grande y socialismo


Por Julio A. Louis

“Hispanoamérica, Latinoamérica o como se prefiera, no encontrará su unidad en el orden burgués. Ese orden nos divide, forzosamente, en pequeños nacionalismos. Los únicos que trabajamos por la comunidad de esos pueblos somos en verdad los socialistas, los revolucionarios. El porvenir de la América Latina es socialista”. (José Carlos Mariátegui, “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”).


Los pueblos de Argentina y Uruguay están cansados de torpezas y mezquindades, pero el conflicto por Botnia (hoy UPM) no se solucionará sin que los trabajadores y la izquierda impongan su hegemonía, su visión internacionalista, latinoamericanista de Patria Grande, superando los nacionalismos estrechos de patrias chicas, propios de burguesías cipayas del imperialismo que se pelean para ventajearse. No obstante, quizás lo más grave es que los gobiernos progresistas han agregado leña a la hoguera, con la excepción del muy reciente de Mujica. Y que tensa la situación la conducta de los “ambientalistas” de Gualeguaychú. El conflicto por la instalación de dos plantas productoras de pasta de celulosa (quedó solo una) en el río Uruguay, ¿por qué se produjo? Un motivo es que Uruguay violó formalmente la comunicación a la CARU y ahora se admite que fue porque la formalidad hubiera demorado los permisos y arriesgado la inversión de las multinacionales (reconocido por el ex Presidente Jorge Batlle y su canciller Opertti). Asimismo, Uruguay está condicionado por el Tratado Bilateral de Inversiones con Finlandia, que lo somete a sanciones ante tribunales internacionales digitados por el gran capital multinacional ante cualquier ´violación’ de las cláusulas que facilitan las inversiones; tratado que fue votado en contra por el Frente Amplio. También Argentina tiene pasteras e industrias contaminantes y –desde los gobiernos de Menem- más tratados de inversiones condicionantes que Uruguay. En cambio, Brasil ha declarado inconstitucionales esos tratados por violatorios de su soberanía, ejemplo que sus socios debieran imitar. El otro motivo es la contaminación, que los am-bientalistas a-seguraron sin consistencia cien-tífica. Uruguay ofreció el monitoreo conjunto para controlar la posible contaminación y extremó las garantías de seguridad. Pero lo de verdadera trascendencia –y poco difundido- es la resolución adoptada en el Norte en el sentido de que América Latina será en los próximos quince años la principal productora mundial de pasta de celulosa, resolución de la que ella es ajena. Según la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú su lucha busca relocalizar la planta para que no contamine el río frente a esa ciudad. El gobierno argentino la ha apoyado o tolerado. Pero si la planta contaminara ahí, contaminaría donde se la reubicara. Con tal lógica, hecha la relocalización los `beneficiados’ por el traslado harían otra movilización con los mismos objetivos hasta obtener otra relocalización, la que obligaría a los nuevos `beneficiados’ a pasarle la pelota (la planta) a otros desgraciados. Este planteo miope e inaceptable atenta contra la construcción de la unidad sudamericana, y estimula más mezquindades nacionalistas. Después los cortes de puentes, contrarios a los acuerdos del Mercosur, con graves perjuicios al pueblo uruguayo y mínimos (si los hubo) a la planta de celulosa, la propuesta de Kirchner aceptada por Vázquez para que el Rey de España mediara (¡la unidad sudamericana garantizada por España y la Unión Europea!); el arbitraje de la Corte de La Haya; las campañas de agravios sobre ambos gobiernos y pueblos. Los ‘malpensados’ sospechamos que la CIA algo tiene que ver y se regodea ante las sandeces pseudopatrióticas defendidas desde ambas orillas. Pero ninguno de los gobiernos ha propuesto la única solución válida: que el Mercosur (o la Unasur) asuma una resolución conjunta sobre las plantas de celulosa, la soja transgénica o cualquier otra producción peligrosa. Sólo con gobiernos que planten con firmeza a los Estados frente a las trasnacionales y al imperialismo, se garantizará el futuro de nuestros pueblos. Hasta ahora los gobiernos progresistas no se han atrevido. Y el espíritu internacionalista y de Patria Grande ha brillado por su ausencia en el Cono Sur. Ningún país sudamericano podrá independizarse efectivamente (la independencia política acompañada y asentada en la independencia económica) sin la unidad, que hoy expresa la Unasur. La apuesta a la división, a la fragmentación, a las “patrias chicas” ha sido la del imperialismo (británico y yanqui) a lo largo de dos siglos, secundado por los intereses mezquinos de las burguesías, que prefieren las ventajas de explotar a sus pueblos asociadas al imperialismo, a asumir una postura nacional. Por eso la decisión de Mujica de levantar el veto para que Kirchner sea Presidente de la Unasur, es valiente debido a la fuerte resistencia que levanta en Uruguay. Decisión propia del concepto de Patria Grande, que deberá consolidarse, porque Uruguay, como -la mayoría de los países- todavía no ha ingresado formalmente a la Unasur. Desde Montevideo

No hay comentarios:

Publicar un comentario