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El Espejo Nro 194

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miércoles, 16 de junio de 2010

Editorial: Nuevo escenario

En ausencia de cualquier desafío económico o político desde la clase obrera y sus aliados, la burguesía ensaya una nueva alquimia para revivir muertos: trata de encerrar una vez más a la ciudadanía mediante opciones electorales diseñadas en torno a los cadáveres de la UCR y el PJ.

Dado con éxito el primer paso en ese sentido, entre otras calamidades esto supone que El Espejo está obligado a tratar la cuestión electoral. Cuando faltan 14 meses para los comicios y hay infinidad de temas más acuciantes. Ocurre que la completa desmovilización de trabajadores, desocupados y estudiantes deja el electoral como único escenario en el que se puede apelar a las masas. Fatalmente, en la medida en que una fuerza transformadora no esté en capacidad de generar hechos que cambien esa realidad, incluso quienes denunciamos la naturaleza manipuladora y tramposa de las elecciones en el capitalismo, debemos ocuparnos de ellas.
Si en 2007 el PJ se mantuvo disfrazado tras el FpV y la fórmula presidencial incluyó un radical (clave de la victoria obtenida), mientras la UCR llevaba como candidato a un peronista, tres años después el panorama ha cambiado. No con algo nuevo, porque crear algo nuevo está negado por definición a la representación política de la burguesía. Se trata de un intento de retorno al esquema clásico: el PJ (con el nombre que adopte) y la UCR, con más un sector díscolo de ambos, encarnado en una suerte de Frepaso del siglo XXI: el kirchnerismo.
En efecto, Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner forman el triángulo en el cual la burguesía pretende encerrar al 90% del electorado. Se trata de un proyecto largamente acariciado por teóricos del liberalismo vernáculo, que desde hace por lo menos tres años abogan por entregar el poder a la socialdemocracia. Hasta no hace mucho, el candidato señalado era Hermes Binner. Una súbita aparición del hijo de Alfonsín puede cambiar el orden de los factores; pero no el producto. Duhalde, por su parte, ha logrado que la totalidad del espectro político burgués hoy en la oposición firmara su documento de "políticas de Estado", eufemismo grandilocuente con el cual se alude a un acuerdo interpartidario, para disputar puestos de poder y gobernar con un mismo programa.

Actuar sin demora

Si, como todo indica, la UCR consigue arrastrar al PS a su alianza electoral, la maniobra estratégica estará consumada. Y el capital pondrá todo su arsenal al servicio de la victoria de una fórmula socialdemócrata. Ésa es la línea de acción trazada para mantener paralizada y bajo control a la clase obrera.
Pero esa operación tiene otro costado: impedir que el PS converja con fuerzas a su izquierda y dé lugar a un nuevo bloque electoral, que rompa el bipartidismo y abra un nuevo ciclo en la historia política argentina, en el que estaría planteado, al menos como posibilidad, la creación de un partido de masas, plural, democrático, antimperialista y por el socialismo.
Los teóricos del capital entienden que de esa manera introducirán además fuerzas centrífugas en el abanico de izquierdas potencialmente convergente en una gran fuerza nacional. Y no están completamente errados. Existe el riesgo de que la expectativa creada luego de las elecciones del 28 de junio de 2009, revierta y se diluya. Esa posibilidad existe ahora. Porque la burguesía recompone un esquema electoral y atrae a fuerzas centristas, pero también porque desde aquella fecha, las izquierdas no hemos logrado afirmar un proyecto, una metodología y un conjunto de dirigentes plantados con banderas inequívocas ante nuestra sociedad.
Es imperativo tomar decisiones políticas que impidan una eventual dinámica de disgregación y le cierren el paso a la estrategia burguesa. Estamos a tiempo. Podemos alcanzar una unión federativa de formaciones políticas de diferente envergadura, fuerzas sociales y cuadros dispersos, en torno a un programa simple de naturaleza antimperialista, cuyos puntos no es necesario repetir. Podemos actuar democrática y eficientemente sumando sectores, organizaciones e individualidades, cada quien con sus banderas, en torno a un plan común.
Ya estamos preparando encuentros que desemboquen en una gran asamblea nacional antes de fin de año. Pero hace falta más; mucho más.
Estas páginas están al servicio de esa gran tarea.

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