Inédito: el Congreso estadounidense aprobó el pasado 29 de junio el atraque de 46 naves artilladas pertenecientes al ejército de los Estados Unidos en la costa costarricense. Se estima que con los navíos estarían llegando al país aproximadamente 7 mil soldados norteamericanos, junto con más de 200 aviones, helicópteros y distinto tipo de aeronaves de combate. Además, las autoridades autorizaron a los militares norteamericanos, el ingreso al territorio sin ninguna restricción.
Con total impunidad, los legisladores costarricenses justificaron la decisión de dar vía libre a la artillería del imperio, argumentando que lo hicieron para que puedan “cumplir con su misión” y “participar en labores de ayuda humanitaria”. Esta injerencia yanqui no se había dado ni siquiera en los procesos revolucionarios de Centroamérica en las décadas del 70 y 80.
La presidenta Laura Chinchilla, había intentado introducir estas mismas naves de guerra cerca del año 2004 junto con la Ilea (Escuela Internacional de Policías para el Cumplimiento de la Ley), equivalente a la Escuela de las Américas que actuaba en Panamá, pero no ha sido sino hasta seis años después que estos barcos y sus respectivas tropas militares logran penetrar al país.
En aquel entonces, pequeñas movilizaciones universitarias y sindicales, así como la fragmentación en el seno de las filas burguesas, impidieron que se aprobara también en el Congreso lo que ahora ya es casi un hecho concreto.
Cabe recordar que distintos países de Centroamérica y el Caribe han sido víctimas de la política exterior estadounidense y sus embestidas: desde Cuba con Guantánamo, Haití, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, y especialmente Panamá. Además, recientemente hizo lo suyo en Honduras, dejando saldos lamentables en la población
Militarización estratégica
Con la administración de Barack Obama, Estados Unidos envió tropas a distintos países estratégicos con el fin de mantener controlada la región, y, como varias veces comentamos en este periódico, tener los ojos enfocados en los países del Alba.
Después del terremoto que azotó a Haití, ingresaron 10 mil soldados yanquis a la isla para mantener el control y las rebeliones. Al mismo tiempo, instalaba siete bases militares en Colombia, bajo el gobierno de Álvaro Uribe, que se sumaron a las cuatro ya existentes en Panamá. También enviaron miles de soldados a la frontera con México.
La complicidad de la burguesía nicaragüense ha sido de tal magnitud, que la autorización para el ingreso de los buques de guerra y los soldados yanquis fue aprobada en el Congreso gracias al bloque formado por el Partido Liberación Nacional (PLN), el Movimiento Libertario (ML), y el Partido Renovación Costarricense (RC), que no por ser minúsculo está exento de ser ultraconservador y proimperialista. También apoyaron esta iniciativa el Frente Amplio (FA), algunos diputados del Partido Acción Ciudadana (PAC), y el Partido Unidad Social Cristiana (Pusc).
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