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viernes, 23 de julio de 2010

Uruguay: Sudáfrica y después.

Por Julio A. Louis

Uruguay tiene curiosidades y contradicciones: un Cerro Chato, un Arroyo Seco, un Río de la Plata que es un estuario sin plata, y por añadidura, gracias a la participación en el Mundial de 2010, un par de docenas de declarados "ciudadanos ilustres" que en su gran mayoría, también son ciudadanos excluidos.

El presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol definió que "el fútbol es la manifestación social más importante que tiene el país". Es cierto que ninguna manifestación colectiva tiene tanto calor popular, y por consiguiente, también en ella la lucha ideológica existe entre visiones de la vida y del deporte. El fútbol sirve para imbecilizar (equivalente al circo romano para la plebe), para oficiar de taparrabo al negocio de la droga, de la prostitución o del lavado de dinero, o a la función de desinformación de las noticias trascendentes que ejercen los medios masivos de comunicación al servicio del gran capital. Pero también para inculcar valores de autoestima, valentía, solidaridad, modestia, alegrando la vida. Y en derredor del fútbol, en que tantas familias se congregan, se puede y debe enseñar a alimentarse adecuadamente, a cuidar la salud física y mental, al estudio y a la contracción al trabajo, mediante instructores, educadores sociales y maestros.
Muchos de estos valores han sido expuestos ante los pueblos del mundo, y en particular del uruguayo, por su selección. Se ha sabido ganar, y aún más importante, se ha sabido perder. Se ha luchado hasta el último segundo y hubo quien hasta jugó con una fractura en el pie. Aquel pensamiento de Almafuerte "no te des por vencido ni aún vencido" afloró, y frente a selecciones muy bien preparadas del mundo rico, supo mantener la dignidad de los pueblos pobres del sur, tan necesaria para tareas más trascendentes que el fútbol. Un poco por todo eso en el imaginario popular hay un concepto extendido de renacer nacional, que el fútbol expresa pero que lo trasciende. Desde 2006 -primer gobierno del Frente Amplio-se ha planificado la actividad futbolística en todas las divisionales orientadas por el Maestro Tabárez, trabajando sobre la conducta de sus integrantes, apreciando el perfil bajo, desterrando el "machismo" de la patada artera. Y se han destinado recursos a la cultura física y mental, aplicados en escuelas, liceos, asentamientos y rincones perdidos del país. Por todo eso el pueblo uruguayo -aunque no todos sepan calibrar este trasfondo ideológico-político- ha festejado como hacía décadas no lo hacía, identificándose con su selección.
Sin embargo, no todo es positivo. Es negativo, por de pronto, el incorrecto uso de la idea de "unidad nacional", que es sentida abajo, pero que es mentirosa en el arriba de las clases dominantes. El falso esquema de Mujica de Imperio contra Nación, suponiendo que todos los nacidos en el territorio están consustanciados con su defensa, sirve de maravillas a la derecha, que lo usa para mejor posicionarse sin desperdiciar oportunidad para su conducta promotora de la explotación, opresión y alienación. Mientras, el gobierno está desaprovechando la gran oportunidad de replantear el tema de los ciudadanos emigrados que son de segunda categoría, porque de hecho, se les niega el derecho al voto. No está cuestionado el derecho al voto por no residir en el país, puesto que puede votar quien pueda venir. Pero ello es imposible para la gran mayoría. Entre otros, de los "ciudadanos ilustres": 21 de los 23 integrantes del plantel juegan en el exterior, y en su gran mayoría, no pudieron ejercer el voto.
El derecho al voto de los emigrados lo iniciaron las naciones con fuerte peso de la emigración: España, Italia, a Francia. Pero setenta países lo aplican. Uruguay está entre quienes excluyen de este derecho a los compatriotas, a pesar de que entre el 15 y el 20 por ciento de sus habitantes residen en el exterior. Lo del título: ilustres excluidos.

Desde Montevideo

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