Periódico de jóvenes y trabajadores, antimperialista y anticapitalista

El Espejo Nro 194

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sábado, 24 de julio de 2010

IIº Congreso de la CSI: fracción sindical a favor del capitalismo


Conciliación: el encuentro de la Confederación Sindical Internacional (CSI) se realizó el 22 de junio en Vancouver, Canadá con la presencia de alrededor de 1400 delegados/as de distintas organizaciones sindicales del mundo. Cuatro días antes de las sesiones de la Cumbre del G-20 en Toronto, que tuviera como antesala a la verdadera reunión decisoria: el G-8. Un invitado especial compartió este último escenario, el presidente saliente de Colombia Álvaro Uribe. El imperialismo debía su reconocimiento al brazo ejecutor de sus mandatos, a quien entregó la soberanía de su país para instalar las bases de guerra que apuntan a la región. La CSI sintonizó con quienes promueven otro ensueño, un capitalismo moral. Y pretenden alcanzarlo a través de regulaciones. Entre el 22 y 24 de julio de realizará en Caracas el III Encuentro Sindical Nuestra América.

El espejismo del capitalismo regulado

Nada es casual. Las fechas continuas de los encuentros internacionales tienen como sustrato la necesidad de controlar, a través de poderosos sindicatos y partidos reformistas, la reacción de las masas de Europa ante las políticas de ajuste descargadas sobre la clase trabajadora (El Espejo nº 189, páginas 6 y 7). La competencia interimperialista entre Estados Unidos y la Unión Europea está inscripta en complejas contradicciones y paradojas, lo que permitió encubrir esa raíz de fondo en el choque ideológico, también existente, entre la visión neoliberal y el neokeynesianismo de intervención estatal. Las medidas adoptadas por la UE buscan evitar el quiebre bancario que colocaría a riesgo límite la existencia del euro y de la UE misma. Para Estados Unidos es una exigencia económica objetiva arrasar a su competidor en los mercados mundiales. De igual forma, requiere de la reactivación europea para viabilizar las exportaciones de Estados Unidos hacia el viejo continente y no recaer en la recesión.
En el G-8, las contiendas cruzadas encontraron sin embargo su acuerdo clave: la violencia guerrerista hacia Irán y Corea del Norte y la afirmación del cerco militar contra América Latina. El G-20 puso en evidencia las discrepancias entre las cúpulas del poder central, y otro factor relevante, el imperialismo yanqui no es más la única voz que dicta órdenes.
La CSI enmarcó sus debates en línea con las controversias desplegadas en el G-20. No hubo confrontación con el capitalismo. No estuvo en el centro de la polémica el curso actual de la estrategia imperialista. Sólo la puntualización y denuncias en todos sus aspectos, de las consecuencias de la política anticrisis intentada por el capital: el neoliberalismo. Diagnósticos y Planes de Acción quedan atrapados en su propio techo, la concertación de clases para poner límites a la voracidad de la lógica financiera y promover la intervención del Estado. Las conclusiones al eje de trabajo del Congreso: “Ahora los pueblos – de la crisis a la justicia global”, busca colocar a la clase obrera mundial detrás de la estrategia de restauración capitalista. Para eso la tarea ideológica es convencer que nada más es posible.
Los debates acerca de la unidad de la clase trabajadora en la transición hacia el socialismo del siglo XXI, la estrategia continental del Alba, son asumidos por centrales y sindicatos que promueven los Encuentros Sindicales Nuestra América.
Un documento de la Corriente de Opinión interna de la CTA de comienzos de este año caracteriza que: “El análisis de las políticas anticrisis del capitalismo aplicado al caso argentino, permite salir del falso dilema planteado actualmente entre gobierno y derecha, en la pseudo disputa por el Bicentenario. En el contexto latinoamericano, tanto la salida por el “ajuste” que exige el poder económico y político, como los planteos neokeynesianos (asumidos por gobiernos emergentes de crisis en Argentina, Uruguay y Brasil) suponen la subordinación al modelo productivo vigente perpetuando la reproducción de la lógica actual del capitalismo en su fase imperialista”.
“La alternativa a este modelo, ha sido planteada en la Cumbre de Copenhague por el Bloque del Alba y supone definir caminos de salida anticapitalista, incluida la construcción de una nueva arquitectura económico financiera, como el Banco del Alba; el Sucre, en la perspectiva de moneda regional para superar la subordinación al dólar; y nuevos marcos institucionales y rumbos para el uso de nuestros recursos. Por ejemplo los u$s 515.000 millones que existen actualmente en América Latina como reserva de nuestros países”.
“No pago de la Deuda Externa. Sostener el No pago, instalando el debate sobre su significado e implicaciones y la factibilidad de la postura. Pagar la deuda es atentar contra nosotros mismos. Ya se pagó. No es justo. Terminar con la estafa de transferir Vida y Futuro. Impulsar la realización de un plebiscito (consulta popular) desde la CTA y la CS (Constituyente Social).
Frente al alineamiento sindical inter-nacional explicitan:
“Impulsar el retiro de la CTA como integrante de la CSI, que expresa a nivel internacional y nacional la definición de proyectos posibilistas y que proscriben posiciones clasistas (como la Central de Trabajadores de Cuba y otras centrales hermanas de la región y el mundo).
“Participar orgánicamente del Encuentro Sindical Nuestra América, coordinando el conglomerado heterogéneo de los trabajadores y los sectores populares, desde el ámbito local y nacional hacia nuestra región latinoamericana y caribeña para avanzar conjuntamente hacia un proyecto de integración liberador en el continente. La perspectiva se orienta en la unidad mundial del movimiento de trabajadores en el camino que sugiere el Encuentro Sindical de Nuestra América, que recoge el espíritu originario por la CTA de articulación del movimiento obrero en su conjunto priorizando la unidad sin exclusiones que recortan la representación a un núcleo reducido de corporaciones y sindicatos.
“Conjugar nuestras fuerzas en una ofensiva global de los trabajadores y los pueblos de carácter clasista, socialista y de liberación nacional y social.
“Apoyo a la Alternativa Bolivariana para las Américas, Alba, alentando el protagonismo de la CTA en el Consejo Asesor de los movimientos populares que funciona en su seno”.

Resoluciones y líneas de acción

La CSI cuenta con 312 organizaciones afiliadas procedentes de 155 países y territorios. En el caso de Argentina, tanto la CGT como la CTA integran el organismo. En el primer caso su titular Hugo Moyano, viajó con la presidenta Cristina Fernández, quien intervino como expositora en el Congreso. El portavoz de la CTA fue su secretario adjunto Pedro Wasiejko.
Los textos resolutivos del Congreso oscilan entre la exhortación y la apelación, la exigencia y la petición a gobiernos e instituciones internacionales para que contemplen en su accionar los derechos de los trabajadores/as, de la juventud, las poblaciones migrantes, la equidad de género, los derechos humanos, el acceso a recursos básicos para la vida humana, el cambio climático, que paren de producir armas atómicas y se dispongan a vivir en diversidad y paz. En ese marco discurren las consideraciones para terminar con las situaciones en guerra (Palestina entre otros), con las geografías arrasadas por la violencia y las atrocidades del hambre y abundan las descripciones minuciosas del estado de los pueblos y países del mundo.
Algunos nombres de los panelistas previstos por los organizadores son elocuentes: Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI; Pascal Lamy, director general de la OMC; Helen Clark, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; la presidenta de Argentina, Cristina Fernández; y Kari Tapiola, director ejecutivo de la OIT.
En la inauguración oficial del Congreso la presidenta de la CSI Sharan Burrow señaló que los sindicatos habían advertido a quienes toman las decisiones sobre los peligros de los desequilibrios globales y la falta de regulación para frenar la “avaricia corporativa” antes de la debacle de 2008. El alerta no fue escuchado.
A su vez, los representantes sindicales presentes en el final del G-20 expresaron su disconformidad con las conclusiones de esta Cumbre, por no considerar los problemas de empleo y porque “la más verde de las características del G-20 es la capacidad de reutilizar y reciclar compromisos anteriores. La Cumbre podría haber sido el comienzo de una acción real hacia una economía limpia, eficiente y resistente, pero todo lo que tenemos es un lindo discurso sobre la economía verde y una declaración reciclada sobre los subsidios a los combustibles fósiles”.
Las Resoluciones del Congreso Sindical exaltaban otras esperanzas. Los contenidos de “Cambiar la globalización” establecen en algunos puntos de su Programa de Acción:
“Exigir una coherencia política internacional, regulación y gobernanza de la economía global dando un papel destacado a la OIT y la ONU, con la creación de un Consejo de Seguridad Económico y Social de la ONU, la introducción de reformas profundas en el FMI, el CEF, el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo y la OMC, de manera que respeten los principios sociales y medioambientales, incluyendo una cláusula sobre derechos de los trabajadores/as basada en las normas fundamentales del trabajo de la OIT, y la renegociación de los AEE (Acuerdos de Asociación Económica) de forma que se promueva un desarrollo social, medioambiental y económico equilibrado”.
El texto sobre “Un modelo de desarrollo justo y sostenible para el siglo XXI”, explicita entre sus conclusiones:
“(..) El Congreso afirma que el capitalismo no regulado resulta ecológicamente destructivo e insostenible, y pide un sistema fundamental de producción mundial alternativo que sea humano y socialmente responsable. Exhorta a las afiliadas a combatir las crecientes desigualdades, el subdesarrollo y la injusticia económica en el sistema mundial”. Y reserva para los sindicatos “un papel esencial en el proceso de desarrollo. Su representatividad democrática les confiere una legitimidad única en la interacción con los gobiernos y las organizaciones patronales y para exigirles responsabilidades. Mediante su implicación en el diálogo social, los sindicatos pueden cambiar políticas gubernamentales injustas y contribuir al progreso social”.
“Democracia, Paz, Seguridad y el papel de las Naciones Unidas” reafirma el apoyo a la labor de la ONU para promover “la justicia social, la democracia, la buena gobernanza y el estado de derecho, incluyendo el respeto de la legalidad internacional,” como fundamentos para la paz. Y “hace un llamamiento urgente a la comunidad internacional a efectuar importantes recortes en el gasto militar” y convoca “para que la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea) pueda realizar inspecciones en todos los países a fin de mejorar el control y evitar la proliferación”. Respecto al conflicto entre israelíes y palestinos exhorta a “que renuncien a la violencia, se comprometan a un alto el fuego inmediato y duradero y emprendan de inmediato negociaciones directas tal como se establece en el Mapa de Ruta propuesto en 2002 por Estados Unidos, Rusia, la ONU y la UE”. Ninguna condena por la invasión israelí a territorio palestino, ni condena por el ataque al grupo de embarcaciones de origen turco que llevaba ayuda humanitaria a esa región. El permanente equilibrio centrista nivela a victimarios y víctimas.
En correspondencia con este alineamiento, la presidenta argentina Cristina Fernández se refirió en su disertación a la crisis de 2001 y las acciones implementadas por su gobierno y el anterior de Néstor Kirchner expresó que “Nosotros sostuvimos la necesidad, como lo hicimos finalmente, de reestructurar la deuda soberana del país, pero hacerlo en base a las necesidades del país y en base de no hacer un ajuste que fuera pagado por los trabajadores y el consumo popular porque sosteníamos precisamente que solamente un crecimiento y desarrollo del mercado interno crea un crecimiento del poder de consumo de los trabajadores, asalariados, pensionados y jubilados iba a permitir generar un crecimiento del PBI, que finalmente posibilitara hacer honor a los compromisos”. Y remarcó que “Tenemos que clausurar una etapa del capitalismo, en donde se creyó que el dinero generaba dinero por sí mismo sin necesidad de pasar por el circuito de producción de cosas, de bienes, de servicios. Como dijo Krugman (Paul) un capitalismo que ganaba dinero haciendo cosas, no un capitalismo que gana dinero únicamente con el dinero. Porque esta es también una de las causas de esta crisis global que hoy nos afecta, además, también del desarrollo muy desigualitario entre Norte y Sur, algo que también se debe comenzar a revertir para poder volver a retomar a la senda del crecimiento”.

Fuentes: Informes y documentos II Congreso de la CSI

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