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El Espejo Nro 194

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viernes, 23 de julio de 2010

Genocidas: llegó la hora

Justicia: éste es un momento histórico: más de cien genocidas están siendo juzgados por los crímenes de la última dictadura cívico-militar. Después de más de 25 años de democracia, esto deja asentado para el futuro, que la Argentina condena los crímenes de lesa humanidad: que quien secuestra, tortura, tira gente viva al mar, viola, roba niños, desaparece gente, participa en Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Extermino, censura y asesina, tiene Juicio y Castigo.

En 1995, cuando nació H.I.J.O.S., un momento así nos parecía imposible, pero era la utopía para andar. Así surgió el escrache como herramienta para construir la condena social, para que las casas de los represores fuesen sus cárceles. “¡Alerta, alerta los vecinos, al lado de su casa está viviendo un asesino!”, gritamos por muchos barrios, hasta llegar en 2006, a 30 años del golpe genocida, a la del dictador Jorge Rafael Videla, quien gozaba del privilegio del arresto domiciliario, para cumplir prisión preventiva por el plan sistemático de robo de niños. Luego fue trasladado al Penal de Campo de Mayo y ahora está siendo juzgado en Córdoba, junto a Luciano Benjamín Menéndez y otros 29 represores.
Éste es el año de los juicios a los genocidas. Por primera vez tenemos tantos debates en simultáneo, combatiendo la impunidad, generando instancias reparadoras para las víctimas, diferenciando las prácticas genocidas de las luchas del pueblo por su liberación. Y esto se plasma en que en este momento hay diez juicios orales y públicos en el país (dos en Chaco, uno en Santa Fe, uno en Mendoza, uno en Córdoba, cuatro en la ciudad de Buenos Aires, uno en La Plata) y uno en Italia, al genocida Massera en ausencia. Y este camino no podrá ser desandado, porque los genocidas gozan de todos sus derechos y garantías.
Pero no podemos pasar por alto que la justicia se tomó demasiado tiempo: ya murieron muchos represores y cómplices en absoluta impunidad, hay madres y padres que no pudieron ver justicia ni saber qué hicieron con sus hijos e hijas, cientos de jóvenes continúan sin conocer su identidad y los genocidas mantienen sus nefastos pactos de silencio, que si los rompieran darían toda la verdad que necesita este pueblo para saber qué hicieron con cada uno de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos.
En los banquillos de todo el país faltan represores. Porque los dieciocho que son juzgados en la mega causa ESMA no son todos los que manejaron ese centro clandestino, en el que hubo alrededor de 5.000 detenidos-desaparecidos (de los que sólo sobrevivieron alrededor de 200), y una maternidad clandestina. Tampoco están todos los represores del Vesubio, ni de la Masacre de Margarita Belén en Chaco, ni de la Unidad Penitenciaria Nº 9 de La Plata. Entre 1976 y 1983 hubo un plan sistemático de exterminio y robo de niños, cometido en todo el país por el Estado terrorista, con todas las Fuerzas de Seguridad implicadas, con civiles, como curas, médicos, periodistas, entre otros. Y también con la participación de los ejércitos de otros países, como Uruguay y Chile, en el marco del Plan Cóndor.
En cada audiencia de los juicios se revive todo, se narran las torturas, los secuestros, los días de cautiverio, los partos en los centros clandestinos y todo eso frente a los mismo victimarios, como Alfredo Astiz, el Turco Julián, Losito y tantos otros
Cuando un sobreviviente cuenta su historia se mete en un túnel del tiempo del que sólo la justicia lo puede sacar. Porque es la que debe poner las cosas en su lugar: a los genocidas en cárceles comunes, con condenas perpetuas y efectivas.
Si tenés 18 años o más podés ir a los juicios. Todos los que vamos tenemos muy claro lo difícil que es estar ahí. Pero también sabemos cuán necesario es. Por nosotros, por nuestros padres, por nuestros hijos. Porque a los genocidas los juzga un Tribunal, pero los condenamos todos.

H.I.J.O.S.
Regional Capital en la Red Nacional www.hijos-capital.org.ar (podés consultar ahí el cronograma de audien¬cias de todo el país)

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