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jueves, 15 de octubre de 2009

Editorial: ¿Argentina en el G-20 o en el Alba?

En los años 1970, cuando comenzaron a aflorar los síntomas de una recurrente crisis del sistema capitalista mundial, los países imperialistas crearon el Grupo de los 7 (G-7) para coordinar la contraofensiva global estratégica con la que atacaron la enfermedad mortal del sistema: la baja tendencial de la tasa de ganancia. Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Gran Bretaña tuvieron éxito y por un período neutralizaron ese mal incurable. Luego, ya caída la Unión Soviética (entre otras causas, por efecto de aquella contraofensiva), sumaron a Rusia y se constituyó así el G-8. El año pasado, sin embargo, quedó a la vista que el remedio era peor que la enfermedad. El conjunto de medidas que garantizó una prórroga de la crisis, hizo más contundente su estallido. Entonces, mientras volcaban cantidades siderales de dinero para sostener el andamiaje, sumaron 12 países más y dieron vida a un organismo formalmente ya existente, para transformarlo en el principal instrumento imperial: el G-20. El objetivo de incorporar a países como, entre otros, China, India, Corea del Sur y Brasil (economías subordinadas y subdesarrolladas, pero de gran envergadura), era evitar que bajo el influjo del colapso mundial se desplazaran hacia subsistemas financieros alternativos, de hecho opuestos al que encabeza, controla y usufructúa Estados Unidos.

Argentina fue llamada por otra razón: si quedase fuera y entrara en área de gravitación de un subsistema latinoamericano ya existente, el Alba, desestabilizaría el conjunto regional, haría imposible la permanencia de Brasil en el G-20 y partiría al medio la estrategia estadounidense. Es una paradoja sobre la que cabe reflexionar: la tremenda debilidad de la Argentina actual... es su punto de fuerza. En otras palabras: el G-20 es una pieza clave en la respuesta imperialista a la crisis del sistema capitalista. Y Argentina forma parte de esa respuesta. ¿Hace falta explicar en qué puede consistir la solución capitalista a la crisis? ¿Hace falta decir que desde mediados de 2008 sólo en Estados Unidos 10 millones de trabajadores fueron a parar a la desocupación? No; no es necesario... pero redundemos: para que el capitalismo pueda sobrevivir otro período, es necesario descargar los efectos de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y los pueblos oprimidos de todo el planeta. No hay retórica capaz de oscurecer lo obvio: si el gobierno argentino continúa participando en el G-20, contribuirá a aplicar la receta imperialista en todo el mundo y la aplicará en su propio país. Ése es el significado del abrazo Obama-Fernández. Ése es el significado de la represión en Terrabusi. Ése es el significado del retorno al FMI.

Otro camino

El Alba (Alianza Bolivariana para los pueblos de América), es el camino inverso. Ya lo han explicado estas páginas. Porque responde a la crisis descargándola sobre las causas que la provocan: el sistema capitalista y la dominación imperialista. No hay retórica capaz de oscurecer lo obvio: el gobierno argentino se ha negado a ingresar al Alba. Y muestra como victoria su participación en el G-20, aunque sea en condición de segundo grumete. Esto, inexorablemente, se traducirá en la política interna. Ahora bien: para aplicar la receta del G-20 (ver pág. 3), es ineludible reprimir la también inexorable respuesta de las masas: Terrabusi multiplicado en todas las áreas, en todo el país. Pero este gobierno no sirve (a la burguesía), para eso. Tampoco, por definición propia y a la vista de todos, sirve para ingresar al Alba y encaminar al país en sentido contrario al que hoy lleva. Que sea reemplazado (por elecciones o por otros medios) es sólo cuestión de tiempo. Y quien para que no caiga proponga sofrenar la lucha de los trabajadores, es simplemente un agente consciente o inconsciente del imperialismo. Por eso la llamada “oposición” se diluye: necesita que el trabajo sucio lo haga, hasta cuando pueda, este gobierno. Ése, muy simplemente, es el desafío que tiene la clase trabajadora, el movimiento estudiantil, los chacareros, el pueblo todo: hacer lo necesario para constituirse en clase dirigente, poner la revolución en el horizonte y asumir el gobierno de la nación.

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