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miércoles, 24 de junio de 2009

DENGUE EN EL CHACO: que parezca natural



¿Campo de ensayo o advertencia? Por Pedro Jorge Solans

Conjeturas: la epidemia de dengue no sólo tiene una explicación médica. Al menos eso es lo que sugiere el seguimiento puntual de los hechos, en Argentina y la región. El autor de esta nota recogió testimonios en Chaco, Argentina; Paraguay y Bolivia. Hizo reportajes a Oscar Paniagua, epidemiólogo; Jorge Reartes, biólogo; Horacio Dalmau, investigador y ecologista; Rolando Nuñez, coordinador del Centro de Estudios Sociales y Derechos Humanos Nelson Mandela; así como a médicos sanitaristas chaqueños y bolivianos. Consultó además a los funcionarios de Salud Pública de Chaco, Rodolfo Sobko y Marisol Narváez; y de Salud Pública de Bolivia y de Venezuela. Cada lector/a sacará sus propias conclusiones.


Desde las oficinas del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de América Latina, (IIEAL), se ve el puerto encarnaceño, alicaído, como si supiera que la represa Yacyretá lo sepultará en poco tiempo.
Llegué a Paraguay perseguido por rostros desorientados en una ciudad jactanciosa como Charata dentro de un Chaco sufrido. Me recibió el epidemiólogo Oscar Paniagua junto a su secretaria. Del saludo pasamos al mate, y cuando se retiró la joven, apareció el tema.

¿Cómo anda la amiga Ana María?
- Bien, bien doctor. Regresó de Nicaragua y está en Córdoba.
Dele mis saludos.
- Cómo no. Serán dados...Tengo entendido que se conocieron en Managua durante la epidemia de dengue en los años 80.
Sí; nos conocimos en Nicaragua. Allí debutó el IIEAL como Organismo No Gubernamental, (ONG), certificado para catástrofes y epidemias en América Latina.
- ¿Qué había pasado en Nicaragua?
Una erupción de fiebre dengue azotó la capital. La mitad de la población fue presa de la enfermedad y hubo muertes atribuidas a la epidemia. El país estaba desprovisto. Nunca se había preparado para una epidemia de esa característica, y estaba ganando la batalla.
- ¿En 1981 pasó lo mismo en Cuba?
No conozco bien lo que ocurrió en Cuba. Pero el Caribe tiene condiciones favorables para enfermedades como el dengue, la fiebre porcina, la conjuntivitis hemorrágica, la roya de caña de azúcar, y el moho azul del tabaco, entre otras... Y, en el caso específico de Cuba, se suma lo político. Recuerdo que entre 1961 y 1962 se enfermaron los trabajadores azucareros durante la cosecha y los cubanos salieron a denunciar sabotajes. Después, en 1981, con la aparición del dengue hemorrágico hubo complicaciones que aún no las tengo claras.
- ¿Cómo trabajan las consultoras como la suya?
Para los países nucleados en la Organización Panamericana de la Salud, (OPS), o en la Organización Mundial para la Salud, (OMS). Aquí estamos por un convenio de cooperación entre Paraguay y Estados Unidos para el estudio de enfermedades tropicales y subtropicales.
- ¿Doctor, ustedes tienen relación con la base militar norteamericana ubicada en la ciudad Mariscal Estigarribia?
No. Sólo coordinamos algunas acciones y entrecruzamos datos para economizar esfuerzos y optimizar resultados. La base hace una tarea encomiable. Trajo muchos beneficios a este país, que es el mío. (Sonríe.) Esta tierra me tira… Paraguay está recibiendo un caudal de información científica que, de otra forma, lo ignoraría por completo.
Sé que hay compatriotas que se oponen por un concepto obsoleto de Soberanía. También se molestan por lo militar. Pero nadie dice que este país no tiene otra posibilidad de capturar conocimientos sobre el ambiente, los recursos naturales y las enfermedades…
- ¿Y qué opina de lo que está sucediendo en Argentina?
Es muy complejo. Años atrás entrevisté en Buenos Aires al entonces ministro Ginés González. Conversé con él sobre prevención de epidemias y catástrofes naturales; y me dijo que no había posibilidad de brotes de enfermedades erradicadas, que Argentina había erradicado el dengue en los años 50. Y que sólo se daban casos aislados de dengue en las provincias fronterizas por responsabilidad de los países vecinos.
- ¿Y qué ocurre hoy?
Mire, como le dije antes, es complejo. Las condiciones que se dieron en Argentina y en Bolivia son inmejorables para la erupción de casos de enfermedades como éstas. Y ambos países tienen serias dificultades técnicas y materiales para saber con exactitud ¿Qué pasó, qué pasa y qué pasará?
Con mucho respeto por Argentina; pero cuando hay impotencia técnica reina la improvisación en epidemiología: se manipula la información. Se politiza. Se pelean los técnicos con las autoridades, los municipios con las provincias y éstas con la Nación. Mientras las enfermedades avanzan y las regiones afectadas terminan siendo verdaderos laboratorios de experimentación.
Cuando las epidemias empiezan a hacer daño se nota la importancia de la prevención. El profesor norteamericano, Charles Henry Kalisher, a quien conocí en Maryland, trabajó en Cuba en los años 70. Gracias a su aporte sobre los anticuerpos al dengue en la población cubana se pudo detener una clase de mosquito que hacía estragos en Asia, y que apareció en Misiones años atrás.
- ¿Doctor, hay casos de dengue producidos por cepas de laboratorio?
(Sonríe. Ceba y toma el mate.) Alguna vez surgió la posibilidad de que se modificaran serotipos. Pero luego se vio que los factores que inciden en la presión ambiental hacían el trabajo. Entonces, el esfuerzo giró hacia lo que sucedía.
- ¿Se puede usar el dengue como arma biológica?
Cualquier virus, micro-organismo o sustancia química, puede ser lo que usted quiera, según como lo use. Para que entienda: usted puede tener un misil tierra-aire y usarlo para estudiar el clima, la atmósfera o algún fenómeno físico. Ahora, si a ese mismo misil lo pintas de verde oliva, y le cambias el uso, puede ser un arma. Lo mismo pasa en la química y en la biología.
- ¿Por qué hubo erupción en el Chaco, y no en Misiones, en Formosa, en Jujuy o en Salta?
(Hizo un gesto con la mano y me pasó un mate cebado) Sí, hubo casos.
- Pero no como en el Chaco ¿Usted conoce el Chaco?
Sí. Fui invitado hace unos años para visitar hospitales. Estuve en Resistencia, en Sáenz Peña y en J.J. Castelli.
- ¿Doctor, se sabrá algún día qué pasó?
Para mí, coincidieron los factores necesarios para una epidemia.
- ¿Y las epidemias son naturales?
Las epidemias siempre son provocadas.



Casos raros en Bolivia

(Semana Santa 2009. Entré a Santa Cruz cuando los casos de dengue se acercaban a cien mil).
Tras el intento separatista que sufrió el país andino, irrumpió el dengue. El director Nacional de Epidemiología boliviano, Juan Carlos Arraya, no tuvo otra opción que anunciar la emergencia sanitaria en Santa Cruz, en el municipio de Villa Tunari, en el trópico de Cochabamba y en Cobija, Pando. El funcionario confirmó la epidemia y la presencia de dos de las cuatro cepas del virus. Pero lo sorprendieron las primeras muertes en Beni.
La situación obligó al Gobierno de Evo Morales a pedir ayuda internacional. Los casos distaban mucho de ser dengue tipo 1. Los pacientes no se recuperaban y las víctimas fatales presentaban cuadros de deficiencias respiratorias.
En plena fiesta religiosa, funcionarios bolivianos admitieron que tenían sospechas fundadas de que el dengue había entrado a Bolivia desde Salta, y confirmaron que técnicos venezolanos estaban detrás de los casos de comportamientos anómalos.
“Tenemos pacientes que quedaron con afecciones hepáticas e inmunodepresivos, y en Tres Barracas, Pando, tenemos un bebe con dengue”; señaló la médica del hospital de Terralba, Yolanda De Souza.

El escenario

Los informes oficiales señalan que el dengue era endemia en el Chaco desde 1999: El virus se había instalado en 1997 y el mosquito, por lo menos, veinte años antes. La situación no admitía desatenciones en la vigilancia, cualquier fenómeno hacía de esa vieja endemia una nueva epidemia ¿Y eso ocurrió?
Para Jorge Reartes, biólogo consultor, coincidieron algunos factores sociales, económicos y ambientales.
En ese sentido, Rolando Núñez, coordinador del Centro de Estudios Sociales Nelson Mandela, con sede en Resistencia, señaló, “el 49% de la población chaqueña está por debajo de la línea de la pobreza, teniendo en cuenta los costos de la canasta básica familiar, y el 17% de la población por debajo de la indigencia. O sea, la mayoría de los chaqueños es vulnerable social y económicamente. Además registra el 8% de analfabetos plenos, -el índice nacional es del 2.68%-, y está sin controles ni planificación”.
Por otro lado, se dio la “pampanización” de la cuenca agrícola tradicional, histórica y rica del Chaco, que comprende el centro provincial, con Sáenz Peña de cabecera, y el Sudeste chaqueño con Charata de insignia. La cuenca se “pampanizó” con la producción de la soja transgénica en poco tiempo y en forma invasiva. En consecuencia, sufrió el uso abusivo de agroquímicos: la presencia de plaguicidas y fertilizantes, como el glifosato, el endosulfán, y las mezclas de sustancias químicas, en las plantaciones de soja, generó una reducción sustancial en la biodiversidad de la región; y, paralelamente, produjo una expansión virulenta de plagas vectoras de enfermedades.
En la zona tampoco hay agua potable y las aguas subterráneas son inutilizables por su alto contenido en arsénico; y sólo queda la cosecha de agua de lluvia, afectada también por la deforestación indiscriminada.
En Charata se nota con claridad cómo los pooles sojeros provenientes de Santa Fe y Córdoba desplazaron del campo a los pequeños productores, que se volcaron a las zonas urbanas, agudizando los problemas en los servicios básicos. Pero lo más grave, para Núñez, fue la generación descontrolada de basura domiciliaria.
La gran cantidad de residuos que genera Charata está directamente relacionada con el alto consumo de un sector minoritario que es, a su vez, el más beneficiado con la producción sojera. El plástico, el nylon y otros desechos del consumo de sustancias de contenido graso, con condimentos, aditivos y otros compuestos químicos, están en un porcentaje elevado en los mamelones de basura.
También Núñez resaltó la gran brecha que existe entre los 42 mil charatenses: entre quienes viven en mansiones, casas y casaquintas, con piletas de natación y aljibes, y los que viven en el nutrido cinturón de pobreza donde hay ranchos que no tienen ni ventanas, y el agua es retenida en tambores y otros recipientes.
La aparición explosiva del dengue exacerbó al sector de alto consumo del pueblo, que tras impulsar puebladas emigró a otros lugares.
Charata estalló pero lo más grave en materia de estadística sanitaria se produjo en Campo Largo. Allí surgieron los primeros casos de dengue que para la funcionaria Marisol Narváez tenían procedencia boliviana. Dijo que habían ingresado a través de personas que transportan ropa.

El sello neoliberal

Pero hay un factor clave, considerado como la verdadera raíz de las epidemias, que es estrictamente político-institucional: desde la dictadura militar (1976-1983), el país fue desmantelando su estructura estatal y, obviamente, la salud pública quedó sin proyectos científicos, sin investigaciones y sin prevención. El último golpe letal lo dio el famoso acuerdo financiero denominado “blindaje económico” que llevó adelante Domingo Cavallo, durante la gestión de Fernando de la Rúa.
Con el afán de seguir achicando el Estado, en aquel tiempo, el “súper ministro” mandó públicamente a los científicos a “lavar los platos” y suplantó áreas, como de epidemiología -encargada de las prevenciones y de los estudios de enfermedades como el dengue- por consultoras certificadas por el FMI o el Banco Mundial, (BM), a través de las organizaciones internacionales de la Salud.
El BM financiaba las tareas de las ONGs, y el país se hacía cargo de los gastos y de las deudas. Así se implementó el famoso Sistema de vigilancia epidemiológico, (VIGIA), que se dedicó a elaborar informes burocráticos, anunciar erradicaciones de enfermedades y a dictar cursos y talleres de capacitación en las provincias.
Pero antes de Cavallo, en 1987 el diputado nacional, Héctor Dalmau presentó dos proyectos de ley, que fueron aprobados por unanimidad en el Congreso Nacional. Uno reglamentaba la construcción de represas, y el otro creaba el Instituto Nacional de Seguimiento Epidemiológico de enfermedades Tropicales y Subtropicales. Ambos fueron vetados por el presidente Raúl Alfonsín. Dijo: Esas enfermedades no están en el país.
En el 2005 Argentina firmó la Resolución 17 del Mercosur donde se establecieron las normas de vigilancias epidemiológicas para enfermedades prioritarias de la región como el dengue. Pero no se pudo cumplir, y en el 2007 se congelaron los fondos destinados a la lucha contra el dengue.
A mediados de 2008, una ONG dedicada a la prevención de catástrofes en América Latina, arribó a Resistencia para capacitar a funcionarios del gobierno chaqueño.
La médica Marisol Narváez y el Subsecretario de Seguridad y Justicia del Chaco, Patricio Fiorito, asistieron a las clases del panameño Orlando Tejada que estuvieron orientadas hacia las catástrofes hídricas porque había inundaciones en ese momento.

Detrás del mosquito
Paulina Ábalos, una experimentada enfermera jubilada, que prestó servicio en el hospital 4 de junio, Ramón Carrillo, en Sáenz Peña, hizo esfuerzo para recordar que, en enero del 2007, visitó el hospital un grupo de médicos extranjeros interesado en historias clínicas de enfermedades inmunológicas. El grupo -dijo la enfermera- veía casos de alergias, de hepatitis y les interesó mucho los de tisiología.
Consultados sobre esa visita, los médicos del hospital dijeron no recordar, pero admitieron que reciben a colegas de otros países en el marco de programas acordados por el Ministerio de Salud.
El epidemiólogo Paniagua, dijo –fuera de micrófono- en Encarnación, que el dengue que afecta a la Argentina pudo haber ingresado por Paraguay, por Bolivia o por ambas naciones; pero que ya no era un dato relevante. Y dejó entrever que el IIEAL había detectado nuevas cepas en la cuenca del Caribe. Precisamente, en esa cuenca, Nancy González, inmunóloga del Hospital Chiquinquirá de Maracaibo, Venezuela, y jefa de la cátedra de Semiología de la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia, (LUZ), dijo que estaba comprobado científicamente en los laboratorios de virología de LUZ que la nueva cepa de dengue que afectaba a Venezuela había sido mutada de manera tecnológica. Afirmó: el 50% de su genoma es del dengue que se conoce y el otro 50% es de un virus hepatotrófico (daña el hígado) y de gran morbimortalidad.
En los últimos días trascendió en el Chaco que aparecieron casos que no se encuadran como dengue tipo 1. Una fuente sanitaria consultada en Sáenz Peña, informó que hay pacientes que se reciclan. Se van de alta y vuelven al hospital con severos daños nefrológicos o hepáticos, o con síntomas similares a los que producen el VIH o el virus de la hepatitis B. Algunos enfermos no se recuperan en un mes, y aún no se sabe si quedan con secuelas; señaló el médico chaqueño Rodolfo Sobko.
Volví a Córdoba preguntándome: ¿por qué hubo erupción de dengue en la cuenca agrícola y no en el Impenetrable desnutrido?

Acuerdos, marines, funcionarios y colaboradores
El “Acuerdo de Notas Reservables entre el Gobierno de la República de Paraguay y el Gobierno de los Estados Unidos de América”, firmado y aprobado por el Senado paraguayo en el 2005, otorgó status de “funcionarios diplomáticos administrativos” a los marines en Paraguay: Pueden entrar y salir del país cuando lo deseen. Transportar libremente armas o cualquier tipo de equipos sin que las autoridades locales los puedan requisar. Y poseen exención impositiva para sus productos, materiales y propiedades.
La misión llegó con el embajador James Caldwell Cason, un notorio agente fanático de las experiencias biológicas, y la base militar se instaló en Mariscal Estigarribia, un pueblo de 3000 habitantes, enclavado en pleno Chaco paraguayo, a 100 kilómetros de Salta y a 200 de Bolivia.
En el 2006, entre técnicos, investigadores y toneladas de aparatología, regresó a su país natal el epidemiólogo Oscar Paniagua. Volvía con “varios pergaminos.” Uno de ellos, haber participado en 1979, junto al coronel Phillis Rossell, en la obtención de la variedad de mosquito Aedes aegypti asociada al virus 2, que dos años más tarde entró a Cuba y generó una epidemia que causó la muerte de un centenar de niños.

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