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viernes, 12 de junio de 2009

Los escombros de la República

Esto no es democracia. La campaña electoral para los comicios legislativos del 28 de junio es una burla infamante. No es, como dicen analistas en pose de listos, que los candidatos no tengan ideas ni propuestas. Mucho peor: es que no pueden decir la verdad de lo que harán cuando lleguen a sus bancas.
Entonces ocultan, tergiversan y mienten. Y para hacerlo, gastan millones de dólares. Los publicistas reemplazan a hombres y mujeres con ideas de futuro y proyectos de sociedad y de nación. Los candidatos sonríen para afiches que envenenan las ciudades. El clientelismo repugna.
De los candidatos principales, no hay uno solo que convoque al estudio, el debate, la participación de la ciudadanía. Nadie habla de la situación real en Argentina, mucho menos del colapso mundial del capitalismo y las consecuencias que traerá a estas tierras. Sus discursos dan vergüenza. No saben armar una oración completa; son ignorantes y cínicos. Es el resultado de la total desintegración de la vieja Argentina. Y la insoportable demora en el nacimiento de la nueva.

Con candidatos funambulescos, la oposición burguesa trata desesperadamente de edificar una alternativa. Están perdidos de antemano. Podrán incluso obtener muchos votos, porque el rechazo al oficialismo es día a día mayor, pero no lograrán en ninguna hipótesis afirmar una dirigencia alternativa para el capital. El imperialismo y sus socios están huérfanos. Individuos como De Narváez, Macri o Solá no pueden ganar el respaldo sostenido de nadie, siquiera en su propia clase de zánganos, explotadores, entreguistas y delincuentes.
L
as llamadas “candidaturas testimoniales” son un insulto a la sociedad. ¿Cómo pueden suponer que alguien con un mínimo de lucidez y autoestima los vote? Confían en que la idiotización sistemática alimentada por los medios los ayude. Y vuelcan cantidades obscenas de recursos para comprar voluntades... sólo que la mayor parte de estos queda en mano de punteros inescrupulosos. En todo caso, los votos obtenidos con tales métodos valen menos que un suspiro en el vendaval.

El sólo hecho de que después de haber hecho gala de altura conceptual exhibiendo su condición de “pingüino”, Néstor Kirchner sea candidato a diputado por Buenos Aires, indica que saben el riesgo que corren. El adelanto de la elección, junto a los otros recursos desesperados (a los que hay que sumarles una sospechosa maniobra con el cambio masivo de los lugares de votación), no les cambia el panorama y todo indica que, con más o menos puntos obtenidos en Buenos Aires, el poder central quedará debilitado al extremo en la noche del 28.
El oficialismo perderá en Capital Federal, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, para citar sólo los distritos de mayor peso luego de Buenos Aires. Y perderá mal. Rossi en Santa Fe, Acastello en Córdoba, Heller en Buenos Aires, no superan el 10%. Y alguno de ellos puede incluso hacer un papelón mayor.
En todo el interior, las clases medias agrarias y citadinas se vuelcan masivamente contra el oficialismo. Buena parte de los trabajadores es arrastrada por esa tendencia. Apoyado en el putrefacto aparato “pejotista” (así lo llamaban Kirchner y su esposa antes de dejarse atrapar por la telaraña), el gobierno nacional intenta frenar la debacle enviando dádivas a los más desposeídos. Seguros de lo que viene, los señores feudales del pejotismo interior ya han formado su Liga de gobernadores (como en 2001).
Pocos quisieron entender el significado de que en 2007 tres personas decidieran que una de ellas sería la candidata presidencial. Una de ellas era el entonces Presidente. La otra, quien impuso el criterio, era el jefe de gabinete y fue expulsado por la víctima de la maniobra, pocos meses después.
Ya entonces la República estaba en ruinas. Y lejos de recomponerse, veía caer sus últimas columnas formales. Ahora todo es escombros en el aparato institucional del poder capitalista.

¿Podrán los genuinos intérpretes de las necesidades de la nación y su pueblo edificar a tiempo un entramado transformador y eficiente, para tomar las riendas del poder político y construir un nuevo país? He allí el desafío.

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