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miércoles, 24 de junio de 2009

Derrota de “la ley de la selva”

Victoria popular en Perú

Por Mariano Saravia

Lo que acaba de suceder en Perú es una muestra más de que el capitalismo no puede ser sino salvaje. Después de un conflicto de casi tres meses (que continúa) y más de 50 muertos (aunque no hay precisiones), la lucha de los pueblos originarios del Perú hizo que el degradado Congreso derogara dos de los nueve decretos, el 1090 y el 1064, que afectaban su forma de vida y el medio ambiente, ya que promovían que 45 millones de hectáreas de la selva amazónica fuera destinadas al cultivo de productos que favorecieran los biocombustibles y a concesiones a empresas multinacionales explotadoras de gas y petróleo.Estos y los restantes siete decretos fueron sancionados por el gobierno de Alan García en el marco de su Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de Norteamérica.

Ya el 9 de abril los pueblos agrupados en la Asociación Interétnica de la Selva Peruana (aidesep, que agrupa a más de 1.200 comunidades) iniciaron un paro indefinido para exigir la derogación de estas verdaderas leyes de la selva.El viernes 5 de junio la tensión llegó a su máximo cuando la policía inició un desalojo por la fuerza de los indígenas que cortaban una ruta en las provincias de Bagua Grande, departamento de Amazonas, en el norte del país. A las cinco de la mañana, efectivos de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (dinoes) atacaron sin previo aviso a unos 4.000 indígenas awajún-wampis que a esa hora se encontraban durmiendo. Las fuerzas especiales peruanas atacaron con armamento pesado y bombas lacrimógenas y se produjo además la intervención de un helicóptero artillado. Lo peor del ataque se produjo en la llamada “Curva del Diablo”, sobre la carretera de Bagua, y los enfrentamientos continuaron durante el sábado 6 y el domingo 7 de junio. El resultado fue más de 30 muertos, entre policías e indígenas (aunque según la aidesep son más de 50).No hay datos certeros porque, entre otras cosas, existen denuncias de que efectivos de la dinoes tiraban cadáveres en bolsas de plástico negro al Río Amazonas y quemaban pilas de cadáveres. También habrían entrado al hospital de Bagua para llevarse detenidos ilegalmente a algunos heridos de bala que ya habían sido atendidos. Todo esto potenciado por la falta de documentación de gran parte de la población indígena.“El día de hoy es histórico para los pueblos indígenas y la nación del Perú y demuestra que las demandas fueron justas, ahora pedimos que cese el Estado de Emergencia y el toque de queda en Bagua y también que termine la persecución de líderes indígenas ”, dijo la nueva representante de aidesep, Daysi Zapata, quien reemplazó a Alberto Pizango, exiliado en Nicaragua y con orden de captura del gobierno peruano por los supuestos delitos de sedición y rebelión.

Qué lejos quedó aquel Alan García de la década del ’80 que enamoraba a las juventudes políticas de Sudamérica, que sin ser revolucionario ni mucho menos, tenía algunos atisbos de dignidad y soberanía nacional al poner en discusión el pago de la deuda externa.Éste de principios del siglo XXI es el nuevo virrey del Perú, el más genuino representante del Imperio en Sudamérica, incluso más que Uribe. El viernes emitió un comunicado en el que dice: “Reconozco que en ese entonces (cuando en junio de 2008 se promulgaron los decretos) no se conversó con los jefes de las comunidades nativas en las que hay 300 mil peruanos”. Pero eso es simplemente porque sintió el terror en la espalda de ver peligrar su gobierno cipayo al servicio del TLC, el nuevo instrumento imperialista luego de la muerte del Alca en la cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005.Ahora se acuerda que en la selva amazónica viven 300 mil peruanos, pero el domingo 7 de junio, hace sólo dos semanas, con los cuerpos calientes de las víctimas de su desmedida represión, llegó a decir: “No son ciudadanos de primera clase. No vamos a sobreponer los intereses de estos indígenas por encima de los de 28 millones de ciudadanos”.Y reforzó su discurso llamando a los pueblos originarios “perros del hortelano”, que no producen ni dejan producir. Los pueblos originarios sí producen, pero no consideran a la tierra como fuente de explotación capitalista, sino como la vida misma. Producen, pero para vivir y no para enriquecerse ciegamente.En un artículo publicado por el diario del establishment El Comercio, Alan García decía en lo peor del conflicto: “El primer recurso es la Amazonía. Tiene 63 millones de hectáreas y lluvia abundante. Los que se oponen dicen que no se puede dar propiedad en la Amazonía (¿y por que sí en la costa y en la sierra?). Dicen también que dar propiedad de grandes lotes daría ganancia a grandes empresas, claro, pero también crearía cientos de miles de empleos formales para peruanos que viven en las zonas más pobres. Es el perro del hortelano”. Y siguió: “Son tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos, por tanto su propiedad es aparente”. Bajo estos argumentos, en sus tres años de gobierno, Alan García llevó la zona del Amazonas de un 15 a un 72 por ciento de concesiones a empresas trasnacionales para la explotación de petróleo y gas.Y aprovechó su propia crisis interna para volver a atacar a los gobiernos revolucionarios de Venezuela y Bolivia, denunciando una supuesta “injerencia externa”. “Políticos de otros países competidores del Perú buscaban destruir la excelente imagen de nuestra patria que crece”, dice el documento. Mientras tanto, su ministro de Relaciones Exteriores, José García Belaúnde, llegó al extremo de llamar a Evo Morales “enemigo del Perú”, solamente porque el presidente de Bolivia se puso del lado de los pueblos originarios y denunció la represión como “el primer genocidio del TLC”.

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