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miércoles, 24 de junio de 2009

LUCHAS SALARIALES Y CONTRA DESPIDOS SE INCREMENTAN EN TODO EL PAIS. Parte 3


Rosario
Victoria de los obreros aceiteros
Por Horacio D. Zamboni (*)

Terminando la ronda de negociaciones salariales del año 2009, el Sindicato Aceitero de Rosario alcanzó, prácticamente, el objetivo que se había fijado a comienzos del año 2004. Como se recordará fue en ese año cuando, luego de la reforma laboral última, se convocó por el gobierno nacional a nuevas negociaciones salariales.

Luego de la década menemista y la crisis de fines del año 2001, la negociación de salarios por la vía de los convenios colectivos de trabajo resultaba una práctica extraña. Además de la olvidada negociación de los salarios por las organizaciones sindicales, se sumaba una dificultad mayor aún para el conjunto de los asalariados: no existían referencias sobre el valor de la fuerza de trabajo desde el punto de vista cuantitativo, pues la arbitrariedad patronal había transformado a las nóminas salariales en una relación incomprensible de rubros sin sentido que consagraban la desigualdad total y la desaparición de las referencias por categorías u oficios. Desde el punto de vista conceptual, se ignoraba totalmente –y aún sucede- la naturaleza o definición de la fuerza de trabajo como mercancía o, negando esa naturaleza mercantil, la definición legal del artículo 116 de la Ley de Contrato de Trabajo.
El Sindicato Aceitero planteó en consecuencia arrancar la negociación colectiva reinvindicando la definición legal del salario mínimo vital y móvil y pidiendo su cálculo al Centro Sobre la Perspectiva Argentina de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (CESPA), que fijó el monto en $1.560 mensuales para el trabajador soltero sin calificación (antiguo peón industrial) a mediados del 2004.
Simultáneamente se comenzó una lucha por la eliminación de los trabajadores tercerizados y con convenios de otros gremios aplicados a su relación, como forma de fracturar la fuerza de los trabajadores.
En abril de 2008, una huelga en Dreyfus (cuya planta en General Lagos es una planta aceitera de las más grandes del mundo, con 15.000 tns. diarias procesadas) logró el reconocimiento de los contratistas como trabajadores aceiteros, lo que significó pasar de ganar $1.100 mensuales a $2.000 (desde abril de 2009 $2.900). Rápidamente el sindicato pasó de 24 afiliados a 350, casi el 100% de los trabajadores dé la planta. Fenómeno similar se dio en Cargill respecto a contratistas aunque el personal de operadores de planta sigue desafiliado en su mayoría.
En abril de este año, ante la negativa patronal de otorgar aumentos sobre una base de $3.000 inicial para el peón, se plantea el conflicto en Dreyfus. La huelga se inicia paralizando la planta, pues se considera que no puede continuar el proceso a cargo del personal jerárquico. Impedidos de descargar los camiones con soja, quedan paralizados en el ingreso y la ruta, sumando un número de 2.000 camiones.
Los camioneros encaran a los aceiteros culpándolos, pero una paciente explicación de que era una huelga y no un piquete los desorienta, ya que entienden que la gente tiene derecho a no trabajar. A ellos se suma que han concurrido a defender la posición los trabajadores aceiteros de Dreyfus, que están descansando y son convocados; se suman los trabajadores de Molinos Río de La Plata de Rosario y de Cargill que acuden solidariamente a defender la posición. El número de 400 aceiteros aproximadamente y la conciencia de sus razones, disuade a los camioneros que vuelcan su furia contra Dreyfus y avanzan hacia la administración de la planta, con un ultimátum de que otorguen lo pedido por los trabajadores aceiteros en ¡10 minutos! Diez minutos después se concede prácticamente el petitorio sindical. La huelga ha durado ocho horas!
Diez días después Molinos Río de La Plata pretende negar la conquista de Dreyfus, que se le exige igual a ellos. Nueva huelga en la planta Santa Clara (aceite Patito) con la solidaridad idéntica de los trabajadores de las otras plantas y nuevo triunfo luego de dos días. Una semana después Cargill firma sin necesidad de huelga al igual que la Aceitera Martínez, una embotelladora, donde el salario mínimo del peón alcanza la suma inicial de $3.400.
La unidad conseguida por un objetivo común al conjunto de la clase, como es el salario mínimo vital y móvil que trasciende oficios y actividades y permite desde ese punto inicial valorizar el trabajo calificado o complejo, sumada a la lucha contra la tercerización y distintas formas de fractura de la clase y la audacia en las medidas de lucha y la solidaridad y unidad, permitieron las conquistas históricas para el gremio que se trasladaron en pocos días al conjunto del polo aceitero desde Timbúes a Arroyo Seco y el interior santafesino. La fuerza del movimiento demostró además que existe margen patronal, en muchas actividades y niveles empresarios, como para pagar salarios a la altura del valor de la fuerza de trabajo y la proyección social y política que ello supone.
(*) Asesor del Sindicato Obrero y Empleados Aceiteros de Rosario.

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