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viernes, 12 de junio de 2009

¿Kirchnerista o antipatria?

El riesgo de simplificar la realidad

Por Nicolás Alessio (*)

Debate: ¿es real que en las elecciones del 28 se ponen solamente en juego dos proyectos, dos modelos de país, dos concepciones ideológicas, dos miradas de la historia?
¿En tan sencillo decir que de un lado están los que apoyarán un proyecto nacional y popular, de liberación y justicia social, y del otro lado están los que apoyarán un modelo liberal, oligárquico y de privilegios para unos pocos? ¿Es razonable plantear que todo el marco opositor quiere volver a los 90, cuando en realidad, en el mundo, ya no se puede volver a los 90?
¿Se puede pensar y analizar esta coyuntura electoral en categorías tan cerradas, tan absolutas, tan duras, que no dan lugar a matices, a tonos diferentes? Para no perdernos en laberintos analíticos y sofismas forzados, queremos situarnos y ponernos al lado de los empobrecidos.

En ciertos distritos, localidades o provincias, tal vez sea cierto que no hay demasiados claroscuros. Pero eso no quiere decir que en todo el territorio del país sea así. Desde el oficialismo se alienta esta posición y muchos de sus candidatos la repiten sin cesar. Nos recuerda a aquello de “Alfonsín o dictadura”, “Menem o el caos”. Lo dijo Néstor Kirchner, “o ganamos o volvemos al 2001”. También es cierto que notables y prestigiosos compañeros y compañeras piensan de manera similar. La segunda Carta Abierta Córdoba (leída el Lunes 27 de Abril) expresa acabadamente esta postura. Aceptan ciertas observaciones al kirnerismo, pero dicen que hay que votar a sus candidatos. ¿No hay otra, ninguna otra, posibilidad?
Si esto fuera tan nítido, tan claro, tan meridiano, entonces hay que reconocer la ceguera o la incapacidad de miles y miles de argentinos que, por el contrario, no sólo no quieren quedar encerrados en una antinomia simplista, sino que apuestan a un voto crítico capaz de ir construyendo una alternativa. Una alternativa, digámoslo por las dudas, “por izquierda”.
Si la realidad es bien o mal, liberación o dependencia, patria o traidores… se corre el grave riesgo del fanatismo, del dogmatismo, e incluso en el absurdo de justificar lo injustificable, con tal de defender a “los buenos”. Por ejemplo ¿cómo justificar o pretender legitimar la propuesta del “candidato testimonial”? Para dar “testimonio” a favor de tal o cual, no hace falta encabezar una lista de candidatos proponiéndose para una tarea que no se va a desempeñar ni asumir. Es cierto que el elector puede elegir o no la lista testimonial, pero no es menos cierto que en vastos sectores populares se presta a confusión. No deja de ser una trampita electoral que solo demuestra el temor de perder. Algo similar fue el adelanto de la fecha de las elecciones. Y, sin embargo, muchos, con malabares verbales, han intentado dar razón de la sin razón.
Por el contrario, ¿por qué no pensar, incluso, que un voto crítico de la actual gestión de gobierno, ayudaría a corregir errores, a profundizar aciertos, a avanzar más en medidas populares, a clarificar equívocos? Votar, es también una manera de advertir. Votar a los mismos, es una manera de avalar.
No somos ingenuos, el enemigo es muy poderoso, pero la manera de enfrentarlo no es escondiendo bajo la alfombra las graves contradicciones y ambigüedades del gobierno o disimularlas hasta el paroxismo. Al contrario, esa actitud es pasto para las fieras y un grave error político. Es cierto que en la lucha por el poder hay que tragarse algunos sapos, pero, por ejemplo ¿hubiéramos justificado votar en Catamarca al oficialismo junto a Saadi y Barrionuevo para defender el proyecto popular? O ahora, en Córdoba, ¿que los candidatos se “arreglen” en Buenos Aires, con Jaime o De Vido armando las listas?

Comprender la complejidad
Hay que superar una dialéctica cerrada, que no permite asumir la complejidad de lo real. Nosotros, para no perdernos en laberintos analíticos y sofismas forzados, queremos situarnos y ponernos al lado de los empobrecidos. Un lugar que define desde donde queremos hablar y actuar. Por eso, no podemos dejar de decir que la pobreza a fines de 2008 alcanzaba al 30% de la población, o sea, la existencia de aproximadamente 2,2 millones de hogares argentinos que estarían actualmente en situación de pobreza (cfr. Informe UCA, Buenos Aires, 30 Mar. 09). Esta pobreza es ahora aún mayor.
Si sabemos que hay recursos para superar esta situación ¿no vale la pena acaso que en estas elecciones expresemos, entre otros descontentos e insatisfacciones, este escándalo tremendo y violento? Y por eso ¿estaremos del lado de los anti patria?
Estamos en momentos complejos y por eso creativos de la vida política argentina. No es tiempo para descalificaciones mutuas, para chicanas baratas o de las otras, ni para estigmatizarnos. Respetamos a los que quieran votar a favor del gobierno kirnerista como la única opción; no los acusamos de vendepatrias, pero debemos advertirles que si encierran la realidad entre dos y solo dos opciones, no les quedará otra que tratarnos, a los que pensamos, sentimos y votamos distinto, como si fuéramos enemigos. Lo que aumentará la confrontación estéril, endureciendo discursos entre los que estamos en el campo popular, lo que solo producirá más desgarramientos y exacerbaciones, lo cual es funcional al enemigo y, por eso mismo, un grave error de apreciación. El grave riesgo de simplificar la realidad.

Porque no votar, en Córdoba, a los candidatos de Kirchner

Aclaro, que no voy a opinar sobre el vestuario de la presidenta, sobre su peinado o sobre su carácter personal, esas sí que son nimiedades…

1. Porque si la definición de Néstor Kirncher primero y luego de Cristina, su esposa, fue y es por un “capitalismo serio”, por un “capitalismo nuevo”, no puedo acordar ideológicamente y debo expresar mi disconformidad, una elección legislativa es una buena oportunidad. Nada tiene de nacional y popular esta definición.
2. Porque abandonó el proyecto de la transversalidad, lo que le daba realmente aires nuevos, de popular y nacional, y se recostó en el aparato del Partido Justicialista. La adhesión de Moyano, Saadi, Barrionuevo, Scioli, Anibal Fernández… lo demuestran claramente.
3. Porque no creo que las reformas hacia la izquierda, que se han realizado en otros países de Latinoamérica, como Bolivia y Venezuela, no se hagan en Argentina porque no están dadas las condiciones, más bien, no se dan porque la definición ideológica capitalista del kirnerismo es la que marca el rumbo.
4. Porque necesitamos legisladores que puedan ayudar al gobierno a avanzar en las reformas todavía pendientes, por izquierda, y no fortalecerlo. No es sano un Congreso adicto al poder, ni un poder con un Congreso adicto.
5. Porque no creo que el clima destituyente o el golpe de baja intensidad, de la derecha oligárquica, sea tan fuerte, tan profundo ni tan arraigado en los sectores populares. No está en juego, como algunos pretenden decirlo, “kirnerismo o anti patria”. Es más, si hoy se votara en una elección presidencial, entre Cristina, y Carrio, o Macri, o Rodríguez Saa… no me cabe duda de que votaría por Cristina. Pero no está en juego esa elección en este caso. Creo que éste es el punto de partida, en mi parecer equivocado, que lleva a muchos compañeros y compañeras del campo popular, a proponer votar como una opción dramática y absoluta, a los candidatos del kirchnerismo.
6. Porque Acastello es un candidato impuesto desde Buenos Aires, y no ha dejado de ser menemista y delasotista herido, y porque los candidatos del “giacominismo”, fueron desleales a Luis Juez, entre ellos Horacio Viqueira, quien les dio el lugar que ocupan. Porque es incomprensible que Carmen Nebreda, aliada hasta ayer del gobernador Schiaretti, ahora este en la lista contraria. Además, reconozcamos que el “soldado” de la Presidenta, es más kirchnerista por necesidad de financiación que por convicción.

(*) Sacerdote católico

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