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jueves, 15 de abril de 2010

Explotación petrolera en Malvinas


Por Mario Cafiero

Un repaso de la evolución en el conflicto por Malvinas indica que el Gobierno ha sido funcional y facilitador de un fenomenal avance británico sobre los intereses y derechos de los argentinos. En el último año la diplomacia argentina ha tenido múltiples fracasos: 1. Proyecto de europeizar la base militar inglesa de Malvinas presentado en el Parlamento Europeo; 2. Ampliación en 500.000 km de la pretendida plataforma continental británica; 3. Agresiva hipermilitarización inglesa en las Islas que amenaza incluso a nuestro territorio continental; 4. Aprobación del tratado de Lisboa por la Unión Europea, que incluye toda la zona en conflicto con el Reino Unido, incluida la Antártida, como territorios de ultramar europeos; 5. A principios de este año se inició la explotación petrolera en áreas adyacentes a las islas. Esta cadena de fracasos debe ser explicada por el Gobierno y puede deberse a mala praxis y falta de profesionalidad o a motivaciones inconfesables aún peores. Para abonar esta última hipótesis, hay que destacar que durante todo este período el Gobierno continuó desarmando el aparato profesional y técnico que hubiera sido necesario para responder a esta muy crítica situación.

En concreto: durante meses la Dirección Malvinas estuvo vacante, también la Subsecretaría de Política Exterior y la embajada en Londres. El recientemente designado director es inexperto en esta temática. La delimitación del borde externo de la plataforma continental se efectuó con informaciones suministradas por buques extranjeros, predominantemente europeos y petroleros. Seguimos sin poder comunicarnos con la Antártida sin recurrir a buques extranjeros. El extraño formato de Enarsa y su mínima dotación no coincide con la enorme responsabilidad y poder que se le otorga al declarársela concesionaria de la totalidad de la plataforma continental argentina. La minúscula estructura de estos organismos clave sirve más a una simulación que al efectivo ejercicio de una política soberana. Por otro lado debe computarse el pertinaz rol decisivo otorgado a la banca inglesa Barclays en el canje de deuda externa. El ocultamiento de la peligrosa situación de conflicto existente y de la militarización y nuclearización de la región por parte del Reino Unido. Mientras tanto, las más altas autoridades insisten en que no hay hipótesis de conflicto y continúan las gestiones para la concreción de un acuerdo con la UE, como si nada hubiera sucedido. Resulta asimismo sospechosa la renuencia a utilizar las amplias posibilidades que nos otorga el sistema internacional y las Naciones Unidas, tanto en la Asamblea General como en el Consejo de Seguridad (art. 27 y 33 a 39) y eventualmente en la Corte Internacional de Justicia. Estas opciones son las que teme el RU y las que sospechosamente la Argentina no utiliza ni considera. La inoperancia de la política llevada a cabo en el Atlántico Sur puede encontrar su explicación en el hecho de que no es decidida ni diseñada al servicio del interés nacional. Es el producto de entendimientos entre el Gobierno e intereses anglopetroleros.

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