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jueves, 15 de abril de 2010

Segundo gobierno del Frente Amplio en Uruguay: Los desafíos que afronta Mujica



Por Julio A. Louis

Mucho serán los desafíos que deberá afrontar el Pepe Mujica al mando del país. Sus primeros pasos fueron intentar un acercamiento a Argentina y a los demás países de América Latina. Necesitará manejarse cautelosamente entre la gran cantidad de vertientes que componen el Frente Amplio.

Con su bandera tricolor -roja, azul y blanca- Fernando Otorgués, Comandante de Artigas, entró victorioso en Montevideo el 26 de marzo de 1815 con una tropa de andrajosos e “impresentables”. Dos siglos después otro “impresentable” (aún para muchos del mismo Frente Amplio) entra al gobierno de Uruguay, rodeado y empujado por mujeres y hombres sencillos como los de Otorgués. Esa fuerza política representa un amplio abanico, expresivo desde la burguesía media a los marginados, desde el centro a la izquierda, aunque el voto de las ciudades, pueblos y barrios más humildes se ha inclinado por la Lista 609 del grupo original de Mujica. La mayoría de esos votantes, muy probablemente carezca de una firme conciencia de clase, pero sabe qué quiere y en quién confía.

Al Presidente se le reclamará que cumpla su promesa de darle mucho valor al funcionamiento colectivo, que gobierne con el Frente y con su gente. Él ha demostrado sagacidad para escuchar, para saber qué quiere el pueblo humilde. Con sentido realista, ha debido atender al equilibrio interno del Frente Amplio, procurando mantener la estrecha mayoría en las Cámaras y avanzando lo que se pueda, a la vez que ha tendido a mejorar las relaciones con el bloque opositor. Mujica comprende dos cuestiones esenciales: 1º) que la reacción es muy fuerte y que si bien ha perdido el control del gobierno, mantiene incólume el poder del dinero, de las armas y de los medios masivos de comunicación. Y que detrás de ella, esbozando una sonrisa de apariencia cordial, está EE.UU, que perdida su hegemonía ideológica apelará a todos sus conocidos procedimientos para recuperar terreno. Mujica no arremeterá a tontas y a ciegas y eso lo tiene claro, aunque no está tan claro que sepa cómo enfrentar ese bloque de poder dominante; 2º) que Uruguay, pequeño y despoblado país inserto entre los dos más poderosos de América del Sur, no puede despegarse de la realidad de sus vecinos. El presidente ha declarado que las relaciones con Argentina y Brasil son “de carácter estratégico” y en consecuencia, ha iniciado relaciones directas y francas con el gobierno de Argentina, con vistas a mejorarlas, anticipándose al fallo del Tribunal de La Haya al que apelaron ambos países. También Mujica se ha apoyado y apoya a Lula, lo que es decir a Brasil, como potencia líder regional. Ha moderado la crítica uruguaya al Mercosur, planteando que debemos estar unidos “hasta que la muerte nos separe”. Y el énfasis latinoamericanista ha quedado expuesto con los primeros viajes oficiales fuera de sus vecinos: desde Chile -durante la asunción de Piñera- ha ido a Bolivia, después a Venezuela. De todos modos, la política económica bajo la conducción de Astori (amigo de los organismos internacionales de crédito, partidario del TLC con EE.UU.) no cambiará y Mujica ha defendido combinar la ortodoxia macroeconómica con la heterodoxia de las políticas sociales. También -de acuerdo a su pretensión de “reinventar” al capitalismo- ha ofrecido garantías a los inversores y propuesto a las Fuerzas Armadas “borrón y cuenta nueva”, reclamándoles participación activa en la lucha contra la pobreza. Sus ejes están puestos en la Reforma del Estado (procura eliminar inequidades, replantea el concepto de “servidor público”, y defiende la participación popular en esas transformaciones) y en la vivienda, dando prioridad al combate contra la indigencia, dispuesto a erradicar los asentamientos urbanos con un plan integral de rehabilitación y la presencia de un “voluntariado” que no ha terminado de definirse. De la Asamblea Constituyente definida por el Frente, nada ha expresado. Mientras el Presidente ha tendido puentes hacia el PIT-CNT y las principales organizaciones sociales, pero también hacia las Cámaras empresariales y los partidos tradicionales, o hacia EE.UU., que envió a la trasmisión del mando, nada menos que a la Sra. Clinton. Entre tanto el Frente Amplio, ante la avalancha anticubana de la reacción, se ha negado a la condena pretendida por la derecha. Las elecciones municipales del 9 de mayo en los 19 departamentos, y por primera vez, en las 89 Alcaldías (subdivisiones en las Intendencias) –de acuerdo a la ley aprobada por legisladores del Frente para incrementar la descentralización- demostrará la correlación de fuerzas: hoy el FA tiene 8 Intendencias, 10 el Partido Nacional y una el Colorado. Las encuestas indican que el FA avanzará hacia un mayor control del régimen.

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