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miércoles, 20 de octubre de 2010

Industria sexual

“Modelito, estudiante, chiquita juguetona, jovencita, flaquita, entrerriana, paraguaya recién llegada.” Cada día, las páginas de publicidad de los periódicos se llenan con anuncios de prostitución de este tono. Chubut no escapa a estas nefastas publicaciones. Un negocio que mueve cientos de miles de pesos, y tras el que se esconden mafias organizadas que trafican con mujeres para negocios con fines sexuales, transformando en mercancía el cuerpo femenino. Las complicidades son diversas y múltiples. Además de las mafias y de los clientes; políticos, jueces, organismos nacionales y provinciales, encargados de investigar y condenar los lugares dedicados a la prostitución, miran para otro lado.

El pasado domingo 4 de octubre, el gobernador del Chubut, ordenó tomar medidas al solo efecto de que la policía investigara una denuncia efectuada en la capital de la provincia, relacionada con la oferta de servicios sexuales de una niña menor de edad.
El gobernador había declarado dos meses atrás que desconocía “la corrupción de menores” (titular del diario El Chubut del 8 de agosto de 2010). Sin embargo, es conocido por todas y todos la venta de sexo a través de los anuncios clasificados en periódicos de tirada nacional y provincial.
No es la primera vez que autoridades del Estado provincial señalan haber tomado medidas legales ante casos de tráfico de personas para la prostitución, pero nunca han impulsado ni impulsan proyectos de ley, dentro de un plan integral de lucha contra la trata.
Que hay trata de personas en nuestro país es una realidad, y los medios de comunicación mantienen una postura contradictoria en este sentido. Por un lado, se manifiestan en contra de estas mafias y por el otro, mantienen los anuncios de explotación sexual y a los que tienen acceso inclusive los menores. Enmascarados bajo eufemismos como “relax”, “adultos”, o “contactos”, esconden lo que se llama “esclavitud invisible”.
Las mujeres que ejercen la prostitución, mayoritariamente son obligadas a ejercerla; casi siempre controladas por un varón que las explota y vive de lo que recauda. Cada año cientos de miles de mujeres y niñas, son vendidas y compradas para ser explotadas sexualmente.
La prostitución supone un atentado contra los Derechos Humanos. No es una expresión de libertad sexual sino de esclavitud, violencia, marginación, situaciones económicas precarias y cultura patriarcal y sexista. Se llega a ella sólo por la fuerza o la necesidad. Que los medios que critican esta actividad, al mismo tiempo la promuevan responde a una actitud hipócrita y cínica.
Desde Puerto Madryn, Corresponsal

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